Quédense con este nombre, Emma Stratton. La joven pianista catalana ha sido reconocida como una de las intérpretes nacionales más destacables de su generación. Beneficiaria de la primera edición de la Beca Alicia de Larrocha, Stratton abrió el ciclo Palau Piano con un programa ecléctico, en el que se mezclaron distintos lenguajes y estéticas. Con este recital presentaba además su reciente disco Syndesi.

El encuentro comenzó con la Sonata núm. 18 en mi bemol mayor, de Beethoven, de la que podríamos decir se trató de una introducción de lo que vendría después. La pianista catalana ofreció una interpretación correcta, un tanto dramatizada en momentos como el Allegro, en el que, cuando podía liberar su mano izquierda, seguía el tempo con ella con movimientos sinuosos, demostrando así su seguridad y comodidad ante la pieza. Se trató de una versión comedida, en la que hizo destacar deliberadamente el motivo principal que vertebra la obra, a partir de una melodía suave de cuatro notas, que muchos interpretan como el canto de un pájaro, e interpretando con fuerza los acordes que la acompañaban. Además, pudimos apreciar su precisión en los pasajes más veloces, como el Scherzo o en el Presto con fuoco.
Le siguió una excelente representación de la Chaconne de Sofia Gubaidulina, la pieza más contrastante del repertorio elegido por Stratton. Una obra neoclásica, con influencias bachianas y de carácter místico. Su complejidad le permitió explotar muchos de los recursos de su instrumento. Logró obtener un sonido envolvente que cautivó a través del uso del pedal, extendiendo notas y dotando al piano de una sonoridad que recordaba a la de un órgano. Cabe destacar su interpretación de la segunda parte de la pieza, en la que se pudo identificar con claridad la influencia de Bach debido a su carácter fugado.
A continuación, llegaron las Variaciones serias de Felix Mendelsshon, momento en el que la interprete ofreció un ejercicio de expresividad reflexiva sobre la pieza. Stratton se valió de contrastes dinámicos marcados y fraseos elocuentes, gracias a los que destacaron momentos como la Variación núm. 14, Adagio, a la cual dotó de gran sensibilidad, o la Variación núm. 7, Con fuocco, en la que, a partir de golpes de acordes y vertiginosos arpegios nuevamente demostró su destreza frente a las teclas del piano.
Lo que parecía el final vino de la mano del Allegro de concierto de Granados, obra que decidió dedicar a Alicia de Larrocha, debido al 15 aniversario de su muerte, que coincidía con la fecha de este encuentro. Se trata de una composición llena de cambios tonales, con pasajes ágiles de octavas y arpegios. Sin duda, una gran elección para el lucimiento de sus capacidades y muy apropiada para el contexto en el que nos encontrábamos. El compositor catalán propiciaría muy buenos momentos a De Larrocha, al igual que a Stratton en este debut, quien, de nuevo, brindó una excelente representación aportando su estilo personal, a través de contrastes marcados, así como seguridad y comodidad en las partes que más requerían de virtuosismo.
El broche final llegó con un bis, Melodia op.4 núm. 3 en mi mayor de Fanny Mendelssohn, con la que Stratton quiso reivindicar su figura como compositora. Una obra que catalogó de bella, y sobre la que, de nuevo, ejecutó un pianísimo exquisito, que cautivó a todos los allí presentes. Así concluyó el debut de Emma Stratton en el Palau de la Música, de la que esperamos poder disfrutar de sus interpretaciones en el futuro, en este o en cualquier otro escenario.