Tremendo concierto el celebrado el pasado día 9 de febrero en el Auditorio Nacional, congregando en el mismo escenario a dos personalidades ya clásicas de la interpretación, cuya trayectoria y grabaciones han sido, y siguen siendo, objeto de análisis por todo estudiante y profesional de la música. No nos extraña, pues, ni el lleno absoluto en la Sala Sinfónica, ni la presencia amplia de público joven, algunos pendientes en todo momento de cómo maneja los timbres el maestro Trevor Pinnock, y otros pendientes de cómo se las ingenia Maria João Pires para producir su inimitable articulación.
Mayor mérito hemos de otorgar a la pianista portuguesa en este concierto en particular. Se nos anunció que había sufrido un accidente, pero que el percance no iba a impedirle ni continuar su gira ni ofrecernos el concierto que estaba programado: le deseamos, desde este espacio, una pronta y completa recuperación. Pero antes de su intervención pudimos disfrutar de la magnífica Obertura Coriolano, un personaje romano cuya tragedia ha sido descrita, además de por Shakespeare, por Heinrich Joseph von Collin, en cuya obra se dice que se inspiró Beethoven para componer su partitura. Requiere una interpretación hábil en cuanto al contraste; la Obertura pretende ilustrar los diferentes humores por los que transitará el héroe a lo largo de la tragedia. Supo infundir la orquesta el carácter majestuoso del héroe desde la primera enunciación del acorde en do menor, y unificar la expresión en los diversos contrastes rítmicos y temáticos que acontecen en toda la obra, prestando una singular atención a una atmósfera de gran intensidad dinámica.
Al término de la Obertura hizo su aparición María João Pires, apoyada en el carismático Trevor Pinnock. Este la acompañó hasta el piano, mitigando en parte los efectos de una evidente cojera, y le dio tiempo para ajustar la altura de la banqueta del piano, un trabajo para el que requirió la ayuda de dos violinistas. Tras los calurosos aplausos que dieron fe del aprecio y el cariño que el público madrileño profesa por esta pianista dio inicio el Concierto núm. 3 para piano, de Beethoven, para algunos el mejor de los cinco. Requiere, además de una inexpugnable técnica pianística, una capacidad rítmica sobresaliente y una habilidad sin fisuras para pronunciar cada una de las notas con total claridad. Podríamos decir que estas son las grandes habilidades de Pires y que, por tanto, el concierto fluyó hacia delante mostrando todas las ideas propuestas por Beethoven, y además en total consonancia con una orquesta que estuvo atenta en todo momento al diálogo. No en vano disponía de un director que no cesó de comunicarse con la solista creándose entre todos una auténtica sensación concertante.
Cambiamos de modo en la segunda parte, y esta vez nos vimos ante el imponente y rítmico do mayor de la Sinfonía núm. 41, de Mozart, también extremadamente contrastante ya desde que en sus inicios un severo carácter rítmico dio pie a una breve respuesta más inocente y menos resoluta que se vio interrumpida por las trompetas y el timbal. La formación supo combinar sin problemas el equilibrio entre las distintas partes orquestales con una atención ejemplar a los pronunciamientos individuales y, sobre todo, marcando un pulso vivo que no dio descanso hasta el final del primer movimiento. El segundo tiempo se benefició también de un enfoque rítmico un poco más rápido de lo que suele ser habitual, sin demasiado regodeo en los arpegios resolutivos; y el tercero resultó fresco y simplemente divertido. Es en el Molto allegro donde la Sinfonía propone las mayores dificultades a la dirección, y por ello es necesario un director como Trevor Pinnock que comprende la partitura y conoce todos sus detalles. Así es que supo extraer y mostrar la brillante estructura de la obra, prestando atención a la enunciación de todos los contrapuntos y sus desafiantes “estrechos”, sin desatender la expresión dinámica y sin perder la espontaneidad que es propia de la música de Mozart, y que a veces se pierde precisamente por centrarse demasiado en los detalles formales.