La Orquesta Sinfónica de Tenerife ha concluido su temporada 2022-2023 de manera brillante con un programa atractivo para el que contó con el violonchelista alemán Alban Gerhardt y el director estadounidense Hugh Wolff. Estos dejaron una buena muestra de su enorme calidad y fueron ovacionados calurosamente por el público de la sala sinfónica del Auditorio de Tenerife.
La velada comenzó con el Concierto núm. 1 para violonchelo y orquesta, de Dmitri Shostakovich, que tuvo en Gerhardt a un intérprete inteligente y, sobre todo, un músico espléndido. Más que causar un gran impacto inicial, el violonchelista nos fue convenciendo a medida que se desarrollaba su interpretación, reservando los clímax y explosiones sonoras para ciertos momentos clave. De técnica muy segura y capacidad expresiva siempre controlada, destacó especialmente en la cadenza, en la que Gerhardt contrastó perfectamente los momentos iniciales de soliloquio con la excitación que se produce antes de entrar en el último movimiento. También habría que destacar su precisión rítmica en el primero (Allegretto), la cantabilidad en el segundo (Moderato) y el virtuosismo en el Allegro con moto final. Hugh Wolff deslumbró con una técnica de batuta magistral y una atención suprema a cada una de las entradas, además de un control absoluto de las sonoridades de una orquesta de la que sacó lo mejor, tanto en los solos como en los tutti. Como regalo, el violonchelista ofreció (tras anunciarlo en un castellano muy correcto) el preludio de la Suite núm. 3 en do mayor BWV1009 de Bach, en lectura de gran simplicidad, pero muy cuidada y sentida. Esta no fue su última intervención en la velada: en la segunda parte, Gerhardt se sentó en el último atril de los violonchelos y formó parte de la orquesta integrándose perfectamente en ella.

En su versión de la Sinfonía núm. 6, “Patética”, de Chaikovski, Wolff resaltó de manera ejemplar los aspectos melódicos, rítmicos y tímbricos; logrando sonoridades mágicas y volviendo a sacar todo lo mejor de la Sinfónica de Tenerife. Más que un enfoque donde se enfatizara el pathos, o la conexión con el mundo sinfónico centroeuropeo, nos fue mostrada la cercanía de esta obra con otras músicas del compositor (especialmente sus ballets), destacándose muchos momentos danzables y llenos de vitalidad. El primer movimiento (Adagio- Allegro non troppo) fue bien cantado, con gran cuidado de los planos sonoros y explosiones efectivas. Delicioso el segundo (Allegro con grazia), con su característico compás de 5/4, en el que los detalles polifónicos y las bellas sonoridades aderezaron el material melódico, muy bien expuesto por la orquesta. El tercero (Allegro molto vivace) fue preciso e instrumentalmente impecable, mientras que el último (Adagio lamentoso), sin llegar a ser acongojante, sonó muy sentido y estuvo bien construido; lo que remató una versión de gran nivel y que mostró las grandes cualidades musicales y técnicas de este excelente director.
Así concluyó esta temporada oficial de la Sinfónica de Tenerife, que ha dado muchos momentos para recordar. Con dos invitados magníficos y una orquesta que se mantiene en excelente forma, la velada fue un estupendo broche de oro.