MusicAeterna

Palabra de Wagner

Sin ser una tradición escrita, se constata en el último siglo y pico cierta inclinación a quitarle a Wagner la palabra. La excusa es fantástica: siendo Wagner en esencia un compositor sinfónico, seguro que su música resiste si la privamos del texto.

El director de orquesta Hermann Zumpe, que ayudó a Wagner a montar su Anillo, fue el primero en eliminar las voces y elaborar arreglos estrictamente orquestales. En 1912 Leopold Stokowski subía a los atriles de la Orquesta de Filadelfia su Wagner Without Words. Pero ha sido la síntesis instrumental de Lorin Maazel la que ha gozado de mayor fama, hasta el punto de generar continuadores.

El anillo del nibelungo contado en una hora y sin palabras. Ni siquiera los wagnerianos más puristas torcerán el gesto si la obra viene servida por una de las orquestas más virtuosas del momento, MusicAeterna, con Teodor Currentzis a la batuta. No solo porque su presencia garantice la precisión, la riqueza tímbrica, el brillo y la expresión que son marca de la casa. También porque, como el público del Teatro de la Maestranza pudo comprobar en la temporada 23-24 en un Réquiemde Mozart inolvidable, no faltarán la hondura, la emoción, el drama. Todo lo que es Wagner. Menos las palabras.