Orchestre des Champs-Élysées

Palomas y cocodrilos

El joven Beethoven lo tenía claro. Desde que llegó a Viena, su propósito era hacer que el público sucumbiera ante su arte. Primero lo hizo como pianista, un prodigio capaz de improvisar como nadie hasta el momento. Pero el verdadero disloque llegó con sus composiciones. Cada estreno demostraba al mundo que el de Bonn era algo nunca visto, un revolucionario cuya música sonaba, así la describió un crítico de la época, “como si palomas y cocodrilos hubieran sido encerrados juntos”.

Su sexta y quinta sinfonías se estrenaron (por ese orden) en 1808, en uno de aquellos recitales interminables propios de la época y que incluía, entre otras muchas obras, su cuarto concierto para piano. Lo que para nuestros oídos es hoy casi rutinario ¿qué impresión tuvo que haber causado en la audiencia de aquel tiempo? ¿Es posible recobrar el estupor que la música de Beethoven provocaba entre sus contemporáneos?

La Orchestre des Champs-Élysées bajo la dirección de Philippe Herreweghe lleva décadas sacándonos de nuestra zona de confort. Cada jalón de su repertorio es un alegato contra el conformismo, un llamamiento a replantearnos lo que tantas veces hemos escuchado. Rigor historicista, altas dosis de imaginación, un sonido propio y reconocible. El viejo Beethoven volverá a sorprendernos.