Llevar a cabo un estreno mundial no es una tarea fácil. Esto se complica si ha de estar ligado a una de las obras del repertorio sacro más conocidas y, además, ha de ser una composición grupal. El pasado fin de semana L'Auditori despedía su temporada de conciertos con la programación de una obra de Rumbau, Magrané y García-Tomas compuesta para la ocasión junto a la conocida Messa da Requiem de Giuseppe Verdi.
Tres elegies para barítono y orquesta funcionó gracias a unos nexos bien pensados, que la hicieron conectar con la obra del compositor italiano. Los textos barrocos empleados en las piezas eran profanos, pero, al igual que con la Misa, compartían la misma temática, la muerte. Élégie d’après Liszt (Octavi Rumbau, con texto de Agustí Eura), Un sonet de Francesc Fontanella (Joan Magrané, con texto de Francesc Fontanella) y Ara sí que ets divina (Raquel García-Tomás, con texto de Francesc Fontanella) tenían otro factor en común con la obra que les seguiría, el uso de las primeras notas del Réquiem de Verdi, prescindiendo del la menor, en el comienzo y el final de cada una de las piezas. Rumbau decidió utilizar valores largos, dando protagonismo a la voz y poniendo énfasis en la palabra "hermosura". Por su parte, Magrané estableció un diálogo entre la voz y la orquesta, en la que el barítono Josep-Ramon Olivé se desenvolvió bien, con algunos matices en las partes más agudas. Finalmente, en la composición de García-Tomás, la sección de cuerda ejecutó las citadas notas del Réquiem durante toda su duración, como un bajo continuo, sobre las que se construía el resto de la obra. Olivé hizo una ejecución correcta, aunque en algunas partes faltó potencia en la proyección de la voz, y esta quedó en un segundo plano.
El punto álgido del encuentro llegó con la Messa da Requiem de Verdi, caracterizada por su gran densidad armónica y melódica, algo que no dificultó que Morlot, la Orquestra Simfònica de Barcelona, el Orfeó Català y los solistas hiciesen vibrar L'Auditori. Morlot condujo la OBC con energía y seguridad. Expresó su visión de la obra intentando generar contrastes mediante el tratamiento de las dinámicas, para crear una atmósfera dramática acorde con la obra. Esta decisión hizo que, en algunas partes, la orquesta tapase a los solistas, pese a que proyectaron bien sus voces. La soprano Joyce El-Khoury hizo saber que tenía una afección alérgica, cosa que no le impidió estar a la altura de la cita. En su interpretación del Libera me, pudo demostrar sus habilidades controlando las dinámicas y los agudos con precisión, aunque en los fraseos más graves sí que se pudo notar levemente su indisposición. La mezzosoprano Rinat Shaham también estuvo correcta y ofreció junto a la soprano una interpretación del Agnus Dei en la que ambas voces empastaron muy bien. Del tenor Andrei Danilov puede decirse que estuvo más que correcto en todas las partes del Requiem, luciéndose especialmente en el Hostias et preces y en el Lux aeterna. El bajo Dmitry Belosselskiy llevó a cabo una vocalización impecable y una buena proyección, destacando su interpretación del Tuba mirum. Pero si hubo un elemento que brilló durante todo el concierto, fue el Orfeó Català, que ofreció todo un despliegue de técnica vocal y afinación magníficas. El esperado Dies irae sonó con la potencia de un trueno en la sala a partir de sus voces.
Fue un final de temporada que no pasa desapercibido. L'Auditori deja un nivel muy alto marcado para la próxima temporada, donde la OBC seguro que nos proporcionara momentos tan buenos como en este concierto.