El Ensemble Artaserse de Philippe Jaroussky presentó en el Universo Barroco del Centro Nacional de Difusión Musical un atractivo programa en torno al amor en cuatro óperas de Handel (Rinaldo, Alcina, Ariodante y Giulio Cesare in Egitto). El talento de los intérpretes y la gran popularidad de los fragmentos elegidos aseguró una velada entrañable.

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Carlo Vistoli y Philippe Jaroussky frente al Ensemble Artaserse en el Auditorio Nacional
© Rafa Martín | Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)

El conjunto llegaba a Madrid días después de terminar su gira de Alcina con Carlo Vistoli como Ruggiero y Kathryn Lewek debutando el rol titular. Ambos debían protagonizar también este concierto, pero la estadounidense, cuya presencia aún anunciaban las pantallas del Auditorio, fue reemplazada por la soprano húngara Emőke Baráth, colaboradora habitual de Jaroussky y experta en este repertorio. Su espectacular irrupción en escena como Armida (Rinaldo) con su aria de presentación “Furie terribili” dejó claro desde la primera nota que esta era una sustitución de lujo, exhibiendo precisión en el ataque, un sonido pulcro, una afinación perfecta, una facilidad realmente asombrosa en las agilidades y fantasía en las variaciones. En los pasajes lentos mostró la capacidad de conmover, la musicalidad y el buen gusto que hicieron de su versión del “Se pietà di me non senti” de Cleopatra (Giulio Cesare) uno de los puntos fuertes de la velada.

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La soprano Emőke Baráth y el contratenor Carlo Vistoli
© Rafa Martín | Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)

Frente a ella, Vistoli también demostró excelente dominio técnico en los pasajes de agilidad, pero brilló más en los momentos lentos, donde dejó constancia de su admirable colocación de la voz y su control del fiato. En los graves el contratenor perdía algo de fuelle y homogeneidad, pero en el registro medio y alto su timbre resulta rico y luminoso. Sus variaciones en ocasiones emprendían un camino bastante alejado de la línea melódica, pero siempre volvían a buen puerto y fueron bien ejecutadas y recibidas: en “Mi lusinga il dolce affetto” de Ruggiero (Alcina) logró que el público forzase una pausa con sus aplausos y su “Scherza infida” fue el número más ovacionado de la velada: Jaroussky tuvo que salir a traerlo de vuelta a escena para recibir la aclamación de la sala.

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Carlo Vistoli, Emőke Baráth y Philippe Jaroussky
© Rafa Martín | Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)

Con una dilatada carrera como contratenor, Jaroussky conoce bien las necesidades de los cantantes y estuvo por lo general muy atento a ellos, aunque el entusiasmo marcial de “Al lampo dell’armi” amenazase con sepultar al Cesare de Vistoli. Dignos de mención son el concertino Raúl Orellana, con un destacado papel en la obertura de Rinaldo, y el fagot François Charruyer, cuyas intervenciones en “Se pietà…” y, sobre todo, en “Scherza infida” fueron fundamentales en la creación de una atmósfera mágica e íntima.

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La soprano Emőke Baráth
© Rafa Martín | Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)

El programa se cerraba con el dúo final de Giulio Cesare, en el que las voces se entrelazaban y mezclaban creando efectos bellísimos. Hubo un par de bises: los dúos handelianos “Io t'abbraccio” de Rodelinda y Bertarido (Rodelinda), en una interpretación a la altura de la anterior, y “Troppo oltraggi la mia fede” de Romilda y Arsamene (Serse). En total, casi dos horas y media sumergidos en la fantasía handeliana en inmejorable compañía.

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