En el arranque de la temporada 18/19 “Paroxismos”, con Nikolai Lugansky como solista y Juanjo Mena a la batuta de la Orquesta y Coro Nacionales de España, tuvimos oportunidad de escuchar un concierto memorable. Los pocos sitios libres de la sala daban muestra del interés que despertaba la velada en cuestión.
El tercer concierto para piano y orquesta en re menor de Rachmaninov inició el recital. Con una estética que claramente conservaba el halo romántico, esta pieza logró mostrar las cualidades del solista: una interpretación transparente y un virtuosismo incontestable. El espíritu sinfónico que trasluce la pieza fue perfectamente reflejado en la concepción e interpretación de Lugansky; un pianismo claro, con una marcada concepción rítmica y un potente despliegue técnico. El pianista lució una amplia gama de timbres y sonoridades al servicio de una rotunda afirmación expresiva, en sintonía con la interpretación de la orquesta. Si bien es cierto que el primer tema, escueto pero profundo, y el segundo, de carácter más romántico, se enriquecen continuamente a lo largo de los compases, alcanzando un vivo desarrollo y una cadencia de vértigo, en ocasiones el virtuosismo estuvo por delante del contenido expresivo, algo que es difícil que no ocurra por momentos en una obra como ésta. Le siguió un segundo movimiento poético, donde se echaron en falta sutilezas interpretativas por parte del solista, en el marco de un lenguaje para piano de un espíritu casi improvisado. Sin embargo, Lugansky se adentró en el tercer movimiento, sin solución de continuidad con el anterior, culminando con él la demostración de su completo dominio del teclado. Los pasajes de esta última parte de la obra, rápidos y enérgicos, se desplegaron de una forma completamente natural para el solista, sin transmitir, en ningún momento, la dificultad implícita en ellos; prueba irrefutable de la verdadera esencia del virtuoso. El éxito obtenido y el caluroso recibimiento invitaron al pianista a interpretar el Preludio en do menor núm. 7, Op.23 de Rachmaninov, homenajeando así, nuevamente, al compositor ruso.