No se nos ocurre mejor forma de acabar una temporada que trayendo a la Filarmónica de Berlín a interpretar un concierto monográfico de Mozart, y además con el refuerzo del Orfeó Català. Se trata de un concierto de esos que a uno le parecen inolvidable por diversos motivos, tal vez sea uno de ellos el carácter con el que esta formación afronta su repertorio donde quiera que lo interprete. Efectivamente, la Filarmónica de Berlín se presenta en el escenario con toda naturalidad, afina en un santiamén, reproduce todos y cada uno de los gestos del director, da un concierto intachable de arriba abajo, y termina su intervención sin ofrecer ninguna propina adicional que distraiga al oyente del mensaje final de su programa. Así de simple.

Loading image...
Kirill Petrenko al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín y el Orfeó Català
© Monika Rittershaus

Lo que ocurre es que en medio de todo esto escuchamos unas obras maestras acometidas con entusiasmo, soltura, originalidad y apego por el trabajo bien hecho, percibiéndose este enfoque en todos y cada uno de los compases interpretados. La formación logra que se perciba con toda sencillez el equilibrio imperante entre la espontaneidad de la música de Mozart y la sacralidad de su música coral. Que todo esto fluya rítmica y continuadamente sin retroceder el ímpetu –aún cuando en la sinfonía, por ejemplo, se muestran evidentes cambios de tempo– indica que la obra está meticulosamente trabajada desde todos sus flancos.

Se abría el concierto con la magnífica Sinfonía núm. 25, K183. Tiene un carácter exaltado, pero en absoluto siniestro o melancólico, y fue interpretada con intención casi beligerante, muy enérgica, pero sin sobrepasar los límites que tradicionalmente se asocian a la música de Mozart, es decir, sin llegar a grandes extremos dinámicos, y permitiendo que la música se exprese, fundamentalmente, a través de la articulación, del fraseo y del contraste. Percibimos a Kirill Petrenko preciso, sobrio y eficaz, generando una intensa conexión con los músicos, permitiendo lucimientos individuales y fomentando la preponderancia de secciones que habitualmente quedan ocultas, como fue el caso de las trompas.

Loading image...
Los solistas Louise Alder, Wiebke Lehmkuhl, Mauro Peter, Krešimir Stražanac y el Orfeó Català
© Monika Rittershaus

Al término de la Sinfonía, y antes de que hiciera su entrada la brillante Louise Alder, nos quedamos con la reconfortante sensación de que la partitura había sido interpretada como un fin en sí misma, y no como un prólogo o calentamiento de preparación a obras de mayor factura. Nos sorprendió gratamente la soprano británica con su interpretación del Exultate Jubilate, K165 con su impecable afinación y su extraordinaria habilidad rítmica, pero aún más nos impactó su compromiso con el lenguaje de Mozart manteniendo una dinámica amplia pero no desbordante. Como no podía ser de otra manera, tratándose de una obra de lucimiento, nos sobrecogió con su habilidad para la coloratura, añadiendo con ello ornamentación, color y brillo a la pieza. La prensa internacional se ha hecho eco en repetidas ocasiones de la sorprendente calidad de esta magnífica soprano, y nosotros tenemos que corroborarlo en este espacio.

También es obligado incluir unas líneas de reconocimiento al soberbio Orfeó Català. Esta formación, que se define como un coro amateur resultó estar dotado de unas facultades musicales insuperables, capaces de competir en igualdad de condiciones con cualquier coro profesional. De entrada, sus componentes se sabían de memoria la Misa de la Coronación, y así salieron a cantarla, sin el apoyo de la partitura. Es indudable que esta condición añade valor al trabajo conjunto, y mejora sensiblemente el resultado final. De esta forma todo el enfoque musical se inclinó hacia la expresión de la solemnidad de la música en conjunción con la sección instrumental, otorgando a la pieza un carácter de plegaria unificada. 

Inmejorable final, repetimos, para la temporada 22/23 de Ibermúsica, que nos ofrecía la visita de un director y unos solistas que se presentaban en esta ocasión, por primera vez con esta entidad.  

*****