Para el concierto final de la segunda temporada de 2024, la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Ludwig Carrasco ofreció un concierto de música mexicana seguido de la Quinta sinfonía de Mahler. Ocho por radio, de Silvestre Revueltas, fue escrita en 1933 y concebida para ser transmitida por radio, de ahí su título. Escrita para ocho instrumentistas y con una duración de solo cinco minutos, es una pieza breve y lúdica. Los músicos tocaron con agudeza y humor, con el percusionista (maracas, tambor indio y platillo) como motor de la interpretación. Sigue siendo arena, de Andrea Chamizo, fue escrita en 2018, para orquesta completa y piano. Inspirada en un reloj de arena y el paso de la arena por él, utiliza los distintos colores de la orquesta para transmitir el paso del tiempo. Aunque breve, la obra fue bien interpretada, y la compositora recibió un caluroso aplauso del público.

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La Orquesta Sinfónica Nacional de México Ludwig Carrasco en la dirección
© Fernanda Mondragón | OSN

Tras un intermedio, la orquesta volvió para tocar la Quinta sinfonía de Mahler. La trompeta solista dio el tono lúgubre a la marcha fúnebre inicial, que yuxtapone la fanfarria de metales de estilo militar con la solemne melodía de la marcha. Los clímax fueron apropiadamente fuertes, y los timbales en particular tocaron con excelente delicadeza, aunque los golpes de platillos carecieron de resonancia. El final del movimiento fue silencioso y apagado.

El segundo movimiento, titulado "Tormentosamente conmovido, con la mayor vehemencia", lamentablemente no estuvo a la altura de su título. Entre tempi lentos, percusión mate, y clímax algo apagados (rara vez la orquesta parecía alcanzar el fortississimo que Mahler pedía en muchas partes), el movimiento no transmitió el tormento y el dramatismo necesarios para concluir la primera sección de la sinfonía (que comprende los dos primeros movimientos). No obstante, las cuerdas tocaron con fuerza, y la breve excursión a re mayor hacia el final del movimiento (un atisbo de luz tras más de veinte minutos de música casi exclusivamente en tonalidades menores) fue apropiadamente jubilosa, aunque de corta duración.

El Scherzo, el más largo de Mahler y uno de los scherzi sinfónicos más largos del repertorio, es la pieza central de la sinfonía y de toda su segunda parte (según la designación de Mahler). También fue el movimiento mejor interpretado de la velada, con una excelente interpretación del solista de corno francés. A los ritmos de ländler y vals quizás les faltaron algunas de sus características danzarinas, pero esto fue compensado por el impresionante diálogo entre los temas y el vaivén entre el corno francés solista y el resto de la orquesta. Las secciones de pizzicato del movimiento también estuvieron muy bien interpretadas. Aunque los tempi hacia el final del movimiento fueron algo erráticos, el cierre fue fuerte y memorable.

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Ludwig Carrasco
© Fernanda Mondragón | OSN

El Adagietto, el movimiento más famoso y más interpretado de Mahler, se interpretó a un tempo algo lento (duró unos diez minutos en total), pero con pasión y estilo. El arpista tocó muy bien y la reducida orquestación (sin metales, maderas ni percusión) proporcionó un adecuado contraste con el resto de los movimientos.

El final, un movimiento lleno de alegría y presteza que contrasta con la melancólica oscuridad del resto de la sinfonía, presenta el contrapunto más intrincado de la sinfonía, fue ejecutado con excelente precisión por la orquesta. Las indicaciones de la partitura de "Schalltrichter auf" ("campanas arriba") se realizaron de forma algo inconsistente, al menos visualmente, pero la interpretación fue en general buena. Hacia el final, reaparecieron los problemas de tempo, y la penúltima indicación, "Allegro molto und bis zum Schluß beschleunigend" ("Muy animado y acelerando hasta el final"), no fue bien seguido, llevando a un final un tanto anticlimático. No obstante, fue una velada agradable con varios momentos fuertes y memorables.

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