Brillante y festiva velada, la celebrada en el estupendo auditorio del Centro de las Artes Escénicas y de la Música, donde se conmemora el centenario de la muerte del compositor Tomás Bretón, nacido en esta bella ciudad castellana. Autor de un amplio catálogo de obras, una de sus creacionas más populares es esta espléndida zarzuela que hemos podido disfrutar en una lograda versión semiescenificada.

La dirección musical estuvo a cargo de Cristóbal Soler, quien supo despertar el interés desde un Preludio bien enfocado y matizado. Estuvo atento a los cambios de carácter, resolvió con éxito todos los pasajes orquestales y cuidó el acompañamiento de los cantantes (algo no siempre fácil, dada la abundancia de polifonía en la escritura de Bretón). La Orquesta Sinfónica y el Coro RTVE mostraron encontrarse en una forma excelente. La orquesta estuvo cohesionada, con sonido y matices esmerados; de entre sus buenos solistas, sorprendió el concertino durante su participación en la Mazurka. El coro estuvo sobresaliente en todas sus intervenciones, desde los matices más suaves (como en momentos de la Soleá) hasta las explosiones de alegría en “Por ser la Virgen de la Paloma”, de gran impacto sonoro. Un elemento fundamental para el éxito de la función fue la dirección escénica de Diego Carvajal, que aportó creatividad sin perder de vista las características originales de la obra. Hubo bailes, interacción exitosa de los participantes, un vestuario cuidado y un logrado juego de luces; todo ello sirvió para apoyar de manera satisfactoria la intepretación musical.
En cuanto a los solistas, la velada deparó algunas sorpresas, como el muy personal Don Hilarión de Manuel-Vicente Fernández, o el Julián profundo y desgarrado de Damián del Castillo. Ambos, epítomes de los personajes humorísticos, por un lado, y los dramáticos, por otro, que encontramos en la obra. Manuel-Vicente Fernández tuvo gracia y logró convencer plenamente, sacando risas al público. Además, desplegó una voz potente y gran claridad de dicción. Estuvo bien acompañado por otros personajes humorísticos, como el simpático Don Sebastián de Carmelo Cordón y la hilarante Tía Antonia de Carolina Martínez.
En cuanto a los dramáticos, Damián del Castillo es un barítono cuyo registro puedo extrañar a los que estamos acostumbrados a escuchar este papel a tenores de renombre, pero que convenció por su calidad de voz y expresividad, además de por su buen hacer como actor. En todo caso, fue de menos a más durante la velada y resultó excelente su interacción con la Señá Rita de Laura Vila, cantante de garra y efusividad. Convenció también la Susana de Carmen Ávila, capaz de mostrar con calidad las distintas vertientes del personaje y que funcionó muy bien con Del Castillo en “Dónde vas, con mantón de Manila”. Mención especial merece la espléndida actuación de la mezzosoprano Esmeralda Espinosa en el papel de la Cantaora, consiguiendo uno de los momentos más memorables de la velada con “En Chiclana me crié…”.
Dado el éxito y la insistencia del público, los artistas ofrecieron dos regalos: una parte de la Soleá, y la brillante “Por ser la Virgen de la Paloma”. En resumen, una versión vibrante y exitosa de esta obra fundamental del repertorio español, que sirvió de merecido homenaje a Bretón en su ciudad natal.