El prestigioso ciclo Salamanca Barroca nos ha vuelto a regalar otra velada muy satisfactoria en el Auditorio Fonseca, con la presentación del conjunto Forma Antiqva. En el programa, una de las joyas del Barroco español: la ópera Los elementos, del compositor mallorquín Antonio Literes. Esta obra une magistralmente elementos italianos e hispanos, de manera variada y entretenida; lo que hace que su escucha sea muy disfrutable, especialmente en versiones como la aquí presentada.

A los abundantes números (recitativos, arias, conjuntos y coplas), Forma Antiqva y su director, Aarón Zapico, añadieron una introducción y diversos interludios que no suelen escucharse en otras versiones, pero que se insertaron muy bien en la obra. El director supo guiar al conjunto con movimientos enérgicos y mucha implicación, sin que esto supusiera una merma en su estupenda ejecución clavecinista. El bajo continuo fue muy efectivo, tanto en grupo, con el bajista Jorge Muñoz, seguro y bien integrado en el conjunto, como en las puntuales intervenciones a solo de la violonchelista Ruth Verona, o las de Pablo Zapico a la guitarra barroca. Los violinistas Jorge Jiménez y Daniel Pinteño mostraron variedad de articulación y capacidad camerística, con excelentes solos de Jiménez. Las ornamentaciones de todos los participantes fueron realizadas con sensatez y muy buen gusto, siempre integradas en el contexto.
Junto al grupo instrumental, cuatro magníficas cantantes: tres sopranos y una mezzosoprano, que se repartieron los seis personajes, en una trama en la que los cuatro elementos (aire, tierra, agua, fuego) defienden sus cualidades, para luego reconocer la importancia del Sol. Otros personajes importantes son la Aurora y el Tiempo. En otras versiones, este último personaje se interpreta por una voz masculina, lo que aporte algo más de variedad; pero, en este caso, no se echó demasiado de menos, ya que las pronunciadas características de las voces escuchadas en esta velada produjeron una variedad muy disfrutable. Jone Martínez afrontó sus personajes, Aire y Aurora, con una voz maravillosa y pura, a los que aportó dramatismo cuando se requería. Convenció plenamente desde el principio y deslumbró en momentos como con la tonada “Dormida fatiga”, genialmente cantada y actuada. La estupenda mezzosoprano Serena Pérez, con una voz amplia y bien proyectada, produjo otro tipo de sensaciones en sus papeles de Tierra y Tiempo. Utilizó sus características vocales de manera adecuada a sus roles y desplegó gran variedad de expresión, gracia y capacidad comunicativa. Pilar Alva fue un Fuego lleno de garra y garbo. Convenció en todas sus intervenciones, especialmente en las arias “Fuego encendido” o “Sedienta de influjos al Sol ha bebido”, espléndidamente interpretadas. Soraya Méncid consiguió un Agua lleno de gestualidad, variedad vocal y demostraciones de virtuosismo, como el de su impresionante “Suenen los clarines”. Todas las cantantes funcionaron muy bien en los diversos dúos y conjuntos, aportando sus diferentes características vocales y temperamentos.
Música de gran calidad en interpretaciones estupendas dieron como resultado una velada magnífica, que confirma el altísimo nivel de Salamanca Barroca.