El protagonista de este concierto perteneciente al ciclo Salamanca Barroca del CNDM fue el laúd, en un programa que versó sobre transcripciones para este instrumento de obras del Barroco. Enrike Solinís, como laudista y director, además de responsable de todos los arreglos, y el Euskal Barrokensemble no defraudaron en una velada que prometía ser una delicia.

Enrike Solinís y el Euskal Barrokensemble en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional © Elvira Megías | CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical)
Enrike Solinís y el Euskal Barrokensemble en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional
© Elvira Megías | CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical)

El conjunto comenzó con el Concierto para violín en re mayor, RV 230, de Antonio Vivaldi, que recibió una interpretación rítmica, sentida y en la que se percibió una evidente compenetración entre el laúd solista y el grupo. Enrique Solinís mostró un admirable dominio del instrumento a través de belleza en el fraseo, virtuosismo controlado, muy buen gusto en los adornos y algunas improvisaciones. Caracterísitas estas que se extendieron durante toda la velada. El bajo continuo estuvo compuesto por unos eficaces y excelentes clave, violonchelo barroco y violone; por su parte, los violines y viola transmitieron un gran claridad polifónica y un buen balance. Me llamó la atención el comienzo del tercer movimiento, algo lento, aunque es un Allegro, para luego tomar un tempo muy rápido que puso a prueba los recursos técnicos del laudista. La versión de Solinís del famosísimo Concierto para oboe en re menor, de Alessandro Marcello resultó muy convincente. El Adagio destacó especialmente, ya que obtuvo una lectura preciosa, con cierta insistencia rítmica y ajena a sentimentalismos. A continuación presentaron The Mad Lover, una serie de piezas de John Eccles en las que violines y viola tocaron de pie y Solinís asumió la función de bajo continuo. La versión reflejó la variedad de estas bellas miniaturas.

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Enrique Solinís y el Euskal Barrokensemble
© Elvira Megías | CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical)

El Concierto para clave en fa menor BWV1056 de J. S. Bach comenzó algo apresurado y la transición entre el segundo y tercer movimiento no resultó del todo convincente, pero el resto de la interpretación fue excelente. Con los dos conciertos de Vivaldi se confirmaron las buenas cualidades del solista y director y del grupo. En el Concierto en re mayor para laúd, cuerda y bajo continuo RV 93 ofrecieron una lectura muy sólida y el Concierto para cuerda y bajo continuo en sol menor RV 156, el laúd asumió el bajo continuo en los dos primeros movimientos; en el tercero, Solinís tocó la guitarra barroca. Como regalo, los músicos repitieron una de las piezas de John Eccles, Aire (Ground).

Fue, en resumen, un concierto muy satisactorio y placentero en el que comprobamos las grandes virtudes del conjunto Euskal Barrokensemble, y que confirma a Salamanca Barroca como una serie de conciertos de gran nivel.

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