El 39 Festival Internacional de Música de Canarias ha comenzado a lo grande con la presencia de una prestigiosa orquesta inglesa: la BBC Philharmonic. Este conjunto, que tiene su sede en Mánchester, cuenta con un amplio historial y numerosa discografía; y en esta velada ha quedado demostrado que merece estar entre las grandes orquestas de su país. Juanjo Mena volvió a triunfar en el Auditorio de Tenerife, confirmándose como uno de los más importantes directores españoles de nivel internacional, y la violinista alemana-surcoreana Clara-Jumi Kang se reveló como una artista extraordinaria. Además, el escogido programa de obras del siglo XX resultó de lo más ameno.
La estupenda suite del ballet Don Quixote, de Robert Gerhard, comenzó la velada. En este ballet, el compositor se mantuvo fiel a la tradición española, pero al mismo tiempo utilizó recursos tomados del serialismo. La obra nos lleva a través de las vicisitudes del famoso Hidalgo, y está muy bien escrita, con exquisitos detalles de orquestación que Mena y la orquesta exprimieron al máximo, destacando la acentuación rítmica y cuidando mucho las sonoridades y la narrativa. El director mostró movimientos gráciles pero precisos y la orquesta estuvo disciplinada y expresiva, lo que influyó en la gran calidad de la interpretación.
A continuación, una versión antológica del no tan conocido Concierto para violín, op. 15, de Benjamin Britten. Esta obra, que tiene también cierta relación con España (entre otros aspectos, fue estrenada por el español Antonio Brosa), tuvo en Clara-Jumi Kang una intérprete deslumbrante: entregada, de gran expresividad y variedad, capaz de producir sonoridades desde las más tenues hasta demostraciones de gran fuerza, y todo dentro de una lógica aplastante y una convicción absoluta. Con muchos y controlados movimientos corporales, Kang superó sin problemas todo tipo de dificultades técnicas (dobles cuerdas, armónicos, escalas rápidas, etc.) y fue imaginativa en la variedad de vibratos. Gran primer movimiento (Moderato con moto), con melodías muy bien cantadas y acentos rítmicos espléndidamente caracterizados. El segundo (Vivace) fue un auténtico despliegue de virtuosismo, que culminó con una extraordinaria cadenza, que nos introdujo en el tercero (Passacaglia) donde la violinista mostró adecuación, sutileza y capacidad expresiva. Extraordinarios también Mena y la Orquesta en todos los aspectos, con un gran cuidado de los matices y compenetración total con la violinista. Como regalo, Kang ofreció una bella versión del Andante de la Sonata en la menor BWV 1003 de J. S. Bach.
La segunda parte del programa incluyó tres obras de Ravel, que mostraron a un Juanjo Mena en estado de gracia y a una orquesta que desplegó un nivel altísimo. Triunfaron, tanto en una Pavana para una infanta difunta íntima y muy bien cantada, como en una La Valse llena de alegría, fraseos sugerentes y claroscuros; quizás sin adentrarse demasiado en los posibles aspectos escabrosos, pero siendo magnífica dentro de sus parámetros. Memorable también el Bolero, de ejecución espectacular e irreprochablemente construido, con un ritmo inexorable y una dinámica amplísima (desde el pianísimo inicial al sonido atronador de los momentos finales). Al mismo tiempo, Mena permitió que los excelentes solistas de la orquesta mostraran su propia personalidad en todo momento –lo que dio gran variedad a la versión– y que se reflejaran muy bien los aspectos sensuales, subrayados por el director con muchos movimientos que recordaban a las maneras de un Leonard Bernstein. En definitiva, una versión impresionante.
Esta velada ha puesto el listón muy alto en un festival que tiene una programación de mucho interés, contando con la presencia de solistas, orquestas y conjuntos de gran prestigio.