La colaboración anual entre la Orquesta Sinfónica de Tenerife y la Fundación Jesús Serra llegó en esta ocasión con la presentación de uno de los ganadores del concurso pianístico Maria Canals. El joven georgiano Sandro Gegechkori, primer premio en 2021, tomó el papel solista bajo la dirección del alemán Felix Mildenberger, maestro de reputación internacional ascendente.

La velada comenzó con el conocido Concierto núm. 1 para piano y orquesta en si bemol menor de Piotr Ilich Chaikovski. Es esta obra una prueba de fuego para cualquier pianista, de la que Gegechkori salió más que airoso, mostrando cualidades técnicas muy destacables y detalles importantes de madurez. Los músicos fueron puestos a prueba justo en el momento en el que iba a comenzar la obra, ya que se escuchó un móvil inoportuno y persistente. Cuando por fin dejó de sonar, el público celebró el silencio con aplausos, a lo que se unió la complicidad de los sonrientes músicos. Gegechkori mostró gran temperamento y un virtuosismo evidente en todos los pasajes de octavas, arpegios, escalas, etc., destacando también en momentos más tranquilos, como el comienzo del segundo movimiento, especialmente logrado (que contó también con un estupendo solo inicial de flauta). Su uso de los pedales fue muy cuidado, y su sonido cristalino y controlado, con buena proyección en la sala. Se le pudo pedir algo más de fantasía en la cadenza del primer movimiento y en algunas de las partes rápidas del segundo; mientras que el tercero fue tocado a un tempo muy rápido y arriesgado, pero estuvo excitante y con un final brillantísimo. Mildenberger y la orquesta fueron unos colaboradores excelentes, cuidando mucho los aspectos melódicos y coloristas, y el director consiguió un sonido orquestal muy propio, ya mostrado en su personal versión de la conocidísima sección inicial. Algún que otro desajuste en la orquesta no impidió que la versión tuviera un nivel general alto y que fuera muy disfrutable. Como regalo, el pianista mostró elevadas dosis de virtuosismo en el Rondo toccata del compositor georgiano Revaz Lagidze y en una vibrante Danza del fuego de Manuel de Falla. Un joven pianista de mucho futuro.
La Sinfonía núm. 6 en re mayor, de Antonín Dvořák no es una de las obras más conocidas de su autor, y a la luz de lo escuchado en esta velada, no se entiende el porqué, ya que es magnífica: temas bellísimos, gran energía rítmica, con un uso peculiar de síncopas y hemiolas, y orquestación brillante. Mildenberger, de técnica depurada y claridad de ideas durante toda la versión, logró que el interés no decayera nunca, a través un sonido cuidado y transparente, un fraseo convincente y una planificación ejemplar. Todos los movimientos funcionaron muy bien, comenzando por un primero (Allegro non tanto), lleno de ideas interesantes y un segundo (Adagio) tocado a un tempo fluido, pero con atención exquisita a los detalles. El tercero (Scherzo: ‘Furiant: Presto’) estuvo espléndido desde cualquier punto de vista; y el último (Finale: Allegro con spirito) fue controlado, bien cantado y brillante.
Velada satisfactoria, que confirma la exitosa colaboración entre la Sinfónica de Tenerife, la Fundación Jesús Serra y el Concurso Maria Canals, y en la que dos estupendos artistas jóvenes, y una orquesta en buena forma deleitaron a un público numeroso.