Fundada en 1928, la Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino, una de las más importantes de Italia, se suele asociar a representaciones de ópera, pero su actividad de conciertos es también muy reconocida. Bajo la experta batuta del magnífico director alemán Ingo Metzmacher, la orquesta participaba por primera vez en el Festival Internacional de Música de Canarias, y mostró grandes cualidades en el Auditorio de Tenerife. Como solista, contaron con el barítono estadounidense Thomas Hampson, una de las estrellas indiscutibles del mundo lírico, y quien ya visitó el Festival hace un par de años.

Ingo Metzmacher, que dirigió sin batuta y con gran actividad de los brazos, ofreció la obertura de Fidelio, op. 72b, de Ludwig van Beethoven, llena de energía y gran precisión rítmica, eso sí, sin descuidar las dinámicas y los aspectos retóricos, con protagonismo especial de las secciones de vientos y metales. En conjunto, logró de la orquesta un sonido muy definido y de gran claridad de líneas, evitando el peligro de la excesiva sequedad.

Thomas Hampson y la Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino con Ingo Metzmacher en la dirección
© Festival Internacional de Música de Canarias

A continuación, momento estelar con la presencia de Thomas Hampson en los bellísimos Rückert-Lieder de Gustav Mahler. A sus 67 años, el barítono se encuentra en un estupendo estado vocal, mostrando virtudes como un vibrato controlado, gran dominio del legato y agudos impactantes. Pero lo más importante es su capacidad para adentrarse en los distintos caracteres requeridos y la interiorización de una obra con la que ha convivido desde los inicios de su carrera, consiguiendo que los presentes en el concierto viviéramos los muchos estados de ánimo que se reflejan en este ciclo de canciones. Comenzó con un rítmico y bien fraseado “Blicke mir nicht in die Lieder!”, para pasar al idílico “Ich atmet’ einen linden Duft”, adaptándose a cada uno de ellos perfectamente. Sobre todo, quedarán en la memoria las dos cumbres del ciclo: “Um Mitternacht” y el famosísimo “Ich bin der Welt abhanden gekommen”, ambos lieder soberbiamente interpretados y con detalles inolvidables. Asombró la capacidad de Hampson para pasar de la desolación a la esperanza y mostrar una potencia de voz envidiable, cuando fue necesario. Memorable también la actuación del director y la orquesta, absolutamente fundamentales en una obra de estas características, que tiene una orquestación intricada, muchos solos instrumentales que dialogan con el cantante y debe recrear las atmósferas adecuadas; elementos todos que fueron resueltos admirablemente. Como regalo, se ofreció el único de estos lieder que no orquestó Mahler (“Liebst du um Schönheit”), y pudimos disfrutar de otra lectura inolvidable.

Ingo Metzmacher y la Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino en el Auditorio de Tenerife
© Festival Internacional de Música de Canarias

Terminó la velada con la Sinfonía en do mayor D.944 “La grande” de Franz Schubert, una obra monumental y de muy difícil interpretación. Metzmacher, que ya ha mostrado ser un excelente schubertiano en diversas grabaciones (como director y como pianista) dejó claras sus intenciones: un trabajo de análisis descomunal –impresionante la claridad polifónica–, nada de sentimentalismo, atención especial al ritmo y a los acentos, tempi fluido, pero nunca asfixiante y un alto componente intelectual sin perder de vista los elementos expresivos. Sus planteamientos produjeron una versión admirable y personal que contó con una muy buena prestación de la orquesta en solos y tutti. El Andante del primer movimiento comenzó con un espléndido solo de trompa (lleno de misterio e intenciones) y el Allegro ma non troppo –en el que Metzmacher no repitió la exposición– fue danzable, contagioso y muy bien planificado en las transiciones. Director y orquesta consiguieron que el difícil segundo movimiento (Andante con moto) no decayera, aunque en ciertos momentos se pudo pedir algo más de fantasía. El Scherzo –con todas las repeticiones– estuvo muy logrado, fue enérgico y vivo, con contraste adecuado en el trío. Para terminar, un excelente Finale al que solo se le podría pedir algo más de ímpetu en los momentos conclusivos. En todo caso, una versión espléndida de esta obra maestra.

De esta forma concluyó una velada en la que pudimos disfrutar de una famosa orquesta italiana de gran trayectoria, junto a un director y un cantante muy valorados en el panorama internacional con un programa en el que destacó especialmente un Mahler antológico. 

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