Ambiente expectante y emotivo en la clausura del 39 Festival Internacional de Música de Canarias. En el Auditorio de Tenerife se presentó la Orquesta Sinfónica de Kiev, conjunto ucraniano que ejerce funciones de embajador cultural de su país y que actuó bajo la dirección de su titular, el italiano Luigi Gaggero. Este maestro mostró solidez y gran conexión con el repertorio interpretado, en una velada dedicada íntegramente a compositores ucranianos. Catrin Mair Williams, artista de amplia trayectoria y miembro de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, fue la excelente solista de arpa. Más allá de las connotaciones extramusicales del evento, destacó la calidad de las interpretaciones en un repertorio variado y no tan conocido.
Maksym Berezovsky fue un compositor de mediados del siglo XVIII que estudió en Italia. Su Sinfonía núm. 1 en do mayor, obra con la que comenzó la velada, contiene grandes virtudes (chispa, bellas melodías, vitalidad, etc.), que fueron resaltadas en la entregada interpretación de Gaggero y la orquesta (esta incluía un clave con función de bajo continuo). El director mostró una técnica flexible, sin batuta, con gran actividad de los brazos y abundancia de gestos expresivos. Los tres movimientos, que se tocan sin interrupción, fueron expuestos con exquisito cuidado del sonido, mucha energía en los movimientos impares (Allegro molto y Presto) y extrema delicadeza en el Andante.
El Concierto para arpa y orquesta, op. 74 de Reinhold Glière, obra de 1938, tiene una orquestación cuidada y una escritura que aprovecha muy bien las posibilidades del instrumento solista; además de relaciones tonales interesantes y melodías encantadoras, entre otros aspectos. Catrin Mair Williams produjo un sonido claro y bien articulado, aprovechando los momentos de mayor virtuosismo, como la cadenza del primer movimiento (Allegro moderato). También destacó en la belleza del canto, especialmente al comienzo del segundo (Tema con variazioni), y en la alegría y acentuación del tercero (Allegro giocoso). En conjunto, logró una interpretación muy satisfactoria por el dominio técnico y la variedad sonora y rítmica. El director y la orquesta estuvieron atentos a la solista y prestaron especial atención a las características románticas de la obra. Además, los solos estuvieron muy logrados, lo que redondeó una versión de mucho interés. Como regalo, la arpista se unió al concertino de la orquesta (Viktor Hlybochanu) para ofrecer una vibrante versión de Melody, obra de Miroslav Skori.
En la segunda parte del programa, la espectacular Sinfonía núm. 3 en si menor, op. 50, “La paz vence a la guerra”, de Boris Lyatoshynsky. Obra cíclica de orquestación fastuosa, con requisitos virtuosísticos y sonoros que hacen que su ejecución sea de gran complejidad. Esta composición de 1951 podrá parecer grandilocuente en ciertos momentos, pero no cabe duda de su capacidad para impactar. En todo caso, es indudable que merece ser conocida y aún más ante interpretaciones como la escuchada en esta velada. Gaggero y la Sinfónica de Kiev dieron una lección de adecuación y virtuosismo orquestal que comenzó con un primer movimiento (Andante maestoso-Allegro impetuoso) donde se reflejaron perfectamente las atmósferas contradictorias: temas agresivos y delicados, coral popular, clímax extraordinarios, etc. En el segundo (Andante con moto), tomado a tempo fluido, hubo un gran dominio de las texturas y se resaltó con gran cuidado el inexorable y agónico ostinato. Virtuosismo asombroso en el tercero (Allegro feroce), con las contestaciones entre las secciones a una velocidad vertiginosa, y el logrado contraste con la sección central. Finalmente, en el último (Allegro risoluto ma non troppo mosso), se interpretó la versión original, no la revisión de 1955. Gaggero y la orquesta consiguieron una magnífica planificación de los clímax hasta llegar a los atronadores acordes finales. Fue una gran versión de esta obra poco conocida. Ante las ovaciones del público, se ofreció la Obertura de Taras Bulba, ópera de Mykola Lysenko, para luego finalizar la velada con el himno de Ucrania. El público, que prácticamente llenaba la sala, lo escuchó puesto en pie.
Así concluía una velada de especial emoción y de gran calidad que daba fin a un festival donde hemos podido disfrutar de conciertos espléndidos. Ya se está preparando la siguiente edición, que supondrá el cuadragésimo aniversario de este festival internacional.