Andrea Lorenzo Lancho comenzó estudiando piano en su niñez con clases particulares y autodidactas. Continuó formándose con el grado de Musicología en la Universidad de Salamanca y posteriormente cursó el Máster de Música Hispana en dicha universidad. Durante su formación universitaria participa en proyectos sobre la transmisión oral de la figura de la mujer en la música popular, iconografía musical y la creación de bandas sonoras. Actualmente colabora con revistas de folklore, e investiga sobre las bandas sonoras, el traspaso de la música popular y la difusión de la música clásica en los medios de comunicación.
La Orquesta de Extremadura estrenó el potente y cálido Concierto para piano núm. 2 de Ramón Paus con Eduardo Fernández como solista e Iván López Reynoso en la dirección en una velada impregnada de ritmo y entusiasmo.
La Orquesta de Extremadura, Toni Lloret y Miguel Romea construyeron con robustez e impetuosidad la monumentalidad escandinava de Svendsen, Grøndahl y Sibelius.
Javier Franco, Raquel Lojendio, la OEX y la dirección de Salado llevaron con pulso vivo y dinámico las humorísticas articulaciones de Menotti y Wolf-Ferrari.
Los jóvenes talentos de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, la batuta de Virginia Martínez y la OEX exploran la sobrecogedora atmósfera de Garcés Ramírez y las coloraturas de Weber y Mendelssohn.
La energía desbordante y contagiosa de Venditti evoca, junto a la Orquesta de Extremadura y una expresiva Cristina Montes, una riquísima y exuberante atmósfera folclórica.
Un viaje emocional cargado de contrastes de la mano de Pablo Sainz-Villegas, Andrés Salado y la OEX, fue la constante en las obras Martín y Soler, Rodrigo y Dukas.
La intertextualidad en las obras de Korngold y Mahler fue brillantemente aderezada con el energético violín de Hatch y con la genial dirección de Salado al frente de la Orquesta de Extremadura.
La dirección de González-Monjas y la elegante viola de Sara Ferrández dieron como resultado, junto a la Orquesta de Extremadura, un continuo y contrastante juego dialéctico.
Weber y Woyrsch son alternados con ligereza y destellos fugaces desde una certera batuta de Oliveri-Munroe en la Orquesta de Extremadura y un luminoso Díaz Guerra.
Un descomunal embriague por la interminable paleta de colores de las obras interpretadas por la Orquesta de Extremadura y Michel Camilo con la dirección de Andrés Salado.
La Orquesta de Extremadura, junto a la dirección de García Calvo, nos adentra en un creciente viaje emocional alcanzando riqueza sonora, a través del cristalino control orquestal.