Alguien que provenga de Londres, París o Nueva York seguramente piense que Riga es una ciudad pequeña: al fin y al cabo, tiene aproximadamente el mismo número de habitantes que Sheffield o Detroit.
Sin embargo, no hay más que echar un vistazo a la Ópera Nacional de Riga para descartar esa idea de inmediato: sus flamantes columnas de estilo clásico y el tamaño del edificio tienen más en común con el Bolshoi que con cualquier teatro de provincias; además, está ubicado junto a un generoso parque municipal, todo ello prueba de que la música y la cultura son algunas de las señas de identidad más importantes de la ciudad.
Tras entrar y deleitarse contemplando el interior del edificio, uno se dará cuenta de que las interpretaciones y las puestas en escena son de excelente calidad: la juvenil exuberancia de Fledermaus que vi allí el invierno pasado fue uno de los puntos álgidos del año. La Compañía REP ofrece a lo largo de la temporada unas pocas actuaciones de un buen número de óperas, pero también unas cuantas producciones nuevas al año: en septiembre pondrán en escena una nueva versión de Fausto, cuyo director, Aik Karapetian, cultiva una estética de estilo gótico tardío y técnicas cinematográficas propias del cine mudo del expresionismo alemán. A su vez, el Eugene Onegin de diciembre será una ocasión única para la primera incursión en la dirección de ópera de la actriz de cine Rēzija Kalniņa. Como muestra del paneuropeísmo del lugar, el coreógrafo esloveno Edward Clug recreará el relato de Grieg y el héroe noruego de Ibsen Peer Gynt en su ballet de octubre.
El recinto de conciertos más destacado de Riga es el Great Guild Hall, cuya impresionante fachada medieval se ha visto complementada en el interior por un acertado diseño y una inteligente distribución acústica para convertirlo en un auditorio delicioso – si bien con una proyección de sonido muy rebelde que requiere un director perspicaz capaz de domarlo. El cierre de la temporada de la Sinfonetta de Riga el 26 de mayo resulta especialmente atractivo, con Haydn y Bach preludiando el concierto Veni, veni, Emmanuel, de James McMillan, con el prestigioso percusionista Dame Evelyn Glennie como solista.
Al otro lado del ancho río Daugava, en los antiguos embarcaderos, se encuentra el Spīķeri Concert Hall, un almacén que ha sido magníficamente rehabilitado y se ha convertido en un lugar de moda para la música contemporánea. Al igual que otros países nórdicos, Letonia tiene una fuerte tradición de música coral, y los amantes de esta disciplina disfrutarán en la Catedral de Riga, así como en un buen número de iglesias repartidas a lo largo de toda la ciudad. Además, se pueden escuchar a menudo obras del gran compositor letón Pēteris Vasks.
Aunque Riga no se queda en absoluto corta de lugares de concierto, ninguno de ellos tiene capacidad para una audiencia muy amplia, así que cuando la ciudad recibe la visita de alguna de las más grandes orquestas, estas suelen actuar en la ópera: este año, la inauguración del festival de Riga, en mayo, tundra lugar allí y correrá a cargo de Antonio Pappano y la LSO.
Para conocer el recinto más grande hay que esperar hasta el verano y viajar a media hora del centro, a Jūrmala, un lugar de costa conocido por sus balnearios que goza de popularidad desde los tiempos del zar, y donde uno siente ganas de llorar contemplando algunas de las mansiones que se encuentran entre el bosque de pinos y el Mar Báltico. Es especialmente recomendable en junio, cuando el Dzintari Concert Hall, un lugar moderno y con escenario parcialmente al aire libre, programará un trío de coros y una sustancialmente ampliada Orquesta Sinfónica Nacional de Letonia para interpretar la Sinfonía de los mil de G. Mahler. Este lugar tiene además una sala para música de cámara que está completamente cubierta.
El Festival de Música Antigua que se celebra en julio ofrece la oportunidad de hacer una excursión magnífica en el día: tras aproximadamente una hora en coche se puede contemplar la extravagancia barroca del Palacio de Rundāle, con sus espectaculares estancias y su extenso parque, que conserva el diseño de 1740 y en el que destaca un jardín de rosas sobresaliente. (Por cierto, para los que no hayan alquilado un coche, la agencia Skaisto skatu aģentūra organiza un servicio de autobuses durante el festival).
Una vez de vuelta en Riga, y con apetito tras tanta concentración en lo musical, se comprobará que la ciudad es un paraíso para la gastronomía. Hay toda una generación de jóvenes chefs letones que ha estudiado en Europa Occidental y ha regresado a casa para abrir sus propios restaurantes: yo tuve la posibilidad de disfrutar de alta cocina a muy buen precio. Mi restaurante favorito es el Kolonāde (Colonnade), situado a un tiro de piedra de la ópera (en el parque que la rodea), y en el que la excelente cocina se complementa con una no menos excelente carta de vinos. Por cierto, aunque Letonia queda demasiado al norte para tener viñedos propios, sí produce una sidra de altísima calidad.
De camino al Spīķeri Concert Hall desde el centro se pasa por el enorme mercado de abastos, ubicado en los antiguos hangares de un zeppelin a orillas del río Daugava. En él se encuentran más variedades de manzana de las que uno hubiera podido imaginar que existieran, además de un asombroso despliegue de alimentos de todo tipo. Y como cabe esperar en un clima nórdico, son especialmente abundantes los productos ahumados o en escabeche.
El 2016 será un año interesante para los amantes del arte. El Museo Nacional de Arte de Letonia ha sido remodelado en profundidad: cuando lo visitamos en diciembre, solo se había abierto el edificio al público durante unos pocos días sin las obras de arte todavía en las paredes, con la idea de que los ciudadanos de Riga pudieran ver en qué se había invertido su dinero. Tuvo cientos de miles de visitantes, lo que dio lugar a la broma entre los profesionales del turismo de que la mejor forma de conseguir que la gente visite los museos es quitando las obras de arte. Yo, que hice la cola cuando abría el museo, doy fe de que algunas partes del museo son espectaculares, así que puede ser muy interesante cuando vuelva a abrir – con las obras de arte en su sitio – el día 4 de mayo.
Desde las callejuelas anejas a la Catedral hasta la exuberancia del Art Nouveau de Alberta Iela, Riga es una ciudad con un enorme encanto para pasear. Su excelente ópera y la calidad de sus músicos hacen de ella un magnífico destino para un viaje cultural.
Este artículo ha sido patrocinado por la Junta de Desarrollo del Turismo de Riga
El viaje de David ha sido patrocinado por Latvia Concerts