Cuando la Guerra Fría estaba en su máximo apogeo, el pianista estadounidense Van Cliburn ganó el Concurso Tchaikovsky de 1958 en Moscú. De vuelta en Fort Worth, Texas, se dedicó promover el entendimiento internacional a través de la música clásica. El Concurso Internacional de Piano Van Cliburn nació en 1962 en honor a sus logros, y en los últimos años se ha abierto y acoge un concurso para aficionados (destacados pianistas no profesionales de 35 años o más) y, desde 2015, The Cliburn International Junior Piano Concurso para pianistas de 13 a 17 años.

La edición 2019 del concurso Junior se celebró en Dallas, Texas, del 31 de mayo al 8 de junio, la primera vez que uno de los concursos Cliburn se realiza fuera de Fort Worth. Estuve allí para escuchar las semifinales y finales del concurso, así como para atestiguar algunos de los muchos otros eventos que rodean el concurso.

Uno de los voluntarios del concurso me llevó del aeropuerto a mi hotel en el centro de la ciudad. Mi guía, Leonard, resultó ser el responsable de piano del Instituto Booker T. Washington, la escuela pública de Dallas para las artes, por lo que me puso al día en lo que a música clásica se refiere en Dallas. Fue el primer indicio de cuán eficaces serían tanto el personal como los voluntarios del Cliburn Junior. El Cliburn Junior es un concurso de piano de élite, pero también un festival y un campamento de piano. La sede principal de los eventos fue el Centro de Artes de Owen en la Escuela de Artes Meadows de Southern Methodist University. Los jóvenes pianistas se alojaban en las residencias de la SMU y comían en la cafetería de la universidad, llenando de bullicio un campus por lo demás tranquilo.

Hubo 230 solicitudes de 32 países, de las cuales se seleccionaron veintitrés concursantes y catorce participantes (invitados a escuchar y tomar parte en otros eventos). Quedaron catorce en los cuartos de final y a seis en las semifinales. En paralelo, se desarrollaron actividades relacionadas con la interpretación y el aprendizaje, así como conciertos gratuitos e informales, además de clases magistrales y mesas redondas. No fue todo música durante la semana: el personal del Cliburn había organizado divertidas actividades y visitas turísticas por la zona para los jóvenes participantes, incluido un día en el parque temático Six Flags Over Texas.

Durante la fiesta de agradecimiento a los voluntarios, a la que asistió el personal del Cliburn, los medios de comunicación y otros invitados, hablé con la familia de uno de los participantes del festival que vive en New Hampshire y que había recorrido todo el país para participar. Existe la idea de la “stage mother” que obliga a su hijo a practicar, pero todos los padres con los que hablé durante mi estancia en Dallas comentaban que eran sus hijos quienes insistían en practicar muchas horas. A veces, los padres tenían que animarlos a hacer otras cosas, y de hecho, las biografías de los concursantes citaban gran variedad de actividades no musicales, como deportes, videojuegos o lectura. Ver a los chicos jugar al frisbee en el césped del campus me hizo darme cuenta de que son adolescentes como los demás, pero con un talento musical extraordinario.

Las semifinales arrancaron con sesiones de tarde y noche. Avery Gagliano (EE. UU., 17), JiWon Yang (Corea, 17), Eva Gevorgyan (Rusia/Armenia, 15), Chun Lam U (Hong Kong, 16), JJ Jun Li Bui (Canadá, 14) y Shuan Hern Lee (Australia, 16) cada uno tocó un recital de 40 minutos que debía incluir una obra escrita por un compositor vivo y una obra importante de al menos dieciocho minutos de duración.

El repertorio incluía desde obras contemporáneas a piezas más habituales, y algunas curiosidades, como una suite de concierto de El Cascanueces de Tchaikovsky en arreglo del pianista ruso Michael Pletnev, interpretada por J J Jun Li Bui con una técnica impresionante, y Islamey (Oriental Fantasy) de Balakirev tocada por Shuan Hern Lee con gran agilidad y sentido cómico. Todos los participantes demostraron un alto nivel, algunos concursantes tenían un sonido más pulido, otros un brillante virtuosismo, si bien es cierto que faltaba madurez musical.

Avery Gagliano impresionó especialmente en su interpretación de las Mazurkas, Op.27, no. 1-2 de Thomas Adès, en las que tocó con agilidad los complejos ritmos. Eva Gevorgyan ofreció una desgarradora versión de la expresionista Suite "1922", Op.26, de Paul Hindemith, moviéndose entre lo brutal y lo inquietantemente tierno. La lectura de Shuan Hern Lee de la Sonata no. 7, Op.83 Prokofiev fue quizás el punto culminante de las semifinales de recitales, en la que Lee demostró su capacidad para construir clímax y moldear la desolada melodía. El público que llenaba el Auditorio Caruth de SMU quedó embelesado y concursantes, participantes, voluntarios y miembros de la comunidad apoyaban a sus favoritos.

La segunda sesión de las semifinales consistió en movimientos de conciertos, acompañados al piano por Davide Cava y Michael Berestnev, quienes dieron apoyo sólido a los solistas. JiWon Yang tocó el primer movimiento del Concierto para piano no. 1, Op.23 de Tchaikovsky mostrando una técnica brillante junto a momentos más delicados. El primer movimiento del Concierto para piano no. 1, en mi menor, Op.11, de Chopin, interpretado por Chun Lam U, tenía un fraseo muy redondo y un sentido apropiado del rubato. Por su parte, Eva Gevorgyan estuvo deslumbrante en la Rapsodia sobre un tema de Paganini, técnicamente fuerte y con muchos pasajes líricos encantadores. Shuan Hern Lee dio una lectura impresionante del primer movimiento del Concierto para piano de Rachmaninov núm. 3 en re menor, Op.30: las extraordinarias dificultades parecían no inmutarlo. Algunos de los seis intérpretes brillaban más, otros parecían menos cómodos, pero en cualquier caso, me sorprendieron sus capacidades.

El jurado internacional estuvo presidido por el pianista italiano Alessio Bax, artista residente en la Southern Methodist University, junto con los pianistas Philippe Bianconi (Francia), Angela Cheng (Canadá), Valery Kuleshov (Rusia), Aviram Reichert (Israel) , Uta Weyand (Alemania) y el compositor Lowell Liebermann (Estados Unidos).

Tras la votación del jurado, JiWon Yang, Eva Gevorgyan y Shuan Hern Lee fueron anunciados como los finalistas. A pesar de la decepción natural, una y otra vez, en el transcurso del concurso, fui testigo de cómo los jóvenes artistas se apoyaban mutuamente tanto en el éxito, como en la tristeza. Como señaló el presidente y CEO del Cliburn, Jacques Marquis, los participantes, sin duda, hicieron amigos y colegas de por vida en el Cliburn Junior.

No hacía falta estar en lo más alto del concurso para tocar y aprender. Casi todos los días había oportunidades para inscribirse en conciertos en Dallas, participar en clases magistrales y mesas redondas. Asistí a uno de los conciertos comunitarios en el Museo de Arte de Dallas. Era muy informal, los intérpretes se presentaron en ropa de calle (pantalones vaqueros, camisetas y zapatillas de deporte), pero la interpretación fue excelente. Hao-Wei Lin (Taiwán, 14) tocó una impresionante y sobrenatural "Oiseaux tristes" de Miroirs, de Ravel. Otro estudiante, Caleb Borick (EE. UU., 16) interpretó un movimiento de una sonata de Schubert. El día anterior, le había escuchado tocar un movimiento del Concierto para piano para no. 2 de Chopin en una clase magistral a cargo de la directora Ruth Reinhardt. Reinhardt trabajó con Caleb las técnicas de rubato y en cómo comunicar sus intenciones artísticas al director y la orquesta mediante la respiración con la música. Cuando hablé con él después de la clase, Caleb estuvo de acuerdo en que aprender a respirar con las frases musicales era difícil de hacer en el acto. Pero Reinhardt apreció que en la segunda vuelta, ya podía discernir más fluidez en la interpretación de Caleb.

El Concurso Cliburn organizó sesiones en relación, por ejemplo, con la elección del repertorio o cómo desenvolverse en el mundo profesional. El director del Cliburn, Jacques Marquis, moderó una charla con miembros del jurado que resultó fascinante y que atrajo a una gran cantidad de jóvenes, así como a sus padres. Los miembros del jurado acordaron que el concursante ganador es alguien a quien les gustaría escuchar nuevamente. También hubo consenso en que la educación musical debería incluir materias como literatura, historia y otros temas más generales.

La ronda final tuvo lugar en el Meyerson Symphony Center con la Orquesta Sinfónica de Dallas dirigida por Reinhardt, que acompañó a los tres intérpretes. El concierto atrajo a mucho público, así como a la mayoría de los competidores y participantes. Los tres finalistas ofrecieron actuaciones meritorias, pero como con cualquier actuación en vivo, todos mejorarán con la experiencia. En ocasiones, el equilibrio entre orquesta y solista fallaba, tal vez debido al limitado tiempo de ensayo asignado a los participantes. La Sinfónica de Dallas sonaba algo discontinua a veces, con JiWon Yang y el Concierto para piano no. 1 de Tchaikovsky los metales cometieron un error en el primer pasaje orquestal descendente. Pero Reinhardt logró mantener la unidad, y el objetivo era mostrar la interpretación de los concursantes. Quizás ese momento desconcertó a Yang, porque parecía estar teniendo un mal día, no tocó tan limpiamente como lo que habíamos escuchado en las semifinales. Los pasajes tranquilos en el segundo movimiento, sin embargo, fueron encantadores. Eva Gevorgyan en la Rapsodia sobre un tema de Paganini mantuvo muchas de las características agradables de su aparición en la semifinal. Su tono parecía menos forzado en una sala más grande, aunque en los clímax le costaba hacer llegar el sonido. Shuan Hern Lee usó la acústica de una sala más grande en su propio beneficio en el Concierto para piano núm. 3 de Rachmaninov. Dominó las cadencias principales, pero en algunos de los pasajes concertados se mostró fuera de control. Al final, Lee conquistó brillantemente la prueba de resistencia suprema de Rachmaninov.

Finalmente, el momento que todos habían estado esperando: el Tercer Premio ($5000) fue para JiWon Yang; la ganadora del Segundo Premio ($10,000) fue Eva Gevorgyan; y el primer premio ($15,000) fue otorgado a Shuan Hern Lee. Cada uno de los tres finalistas también recibió $2000 en fondos de becas para futuros gastos educativos. Gevorgyan también ganó el Premio de la Prensa de $500, en el que votan miembros de los medios que cubren el concurso. El Premio del Público de $500 (que se lleva a cabo mediante la votación en línea) fue para Avery Gagliano, y el Premio de Iguales de $500 (votado por los concursantes y participantes del festival) fue para JJ Jun Li Bui. Hubo una estruendosa ovación en los anuncios y, aparte de los premios, los gritos de "bravo" y los aplausos desde las butacas del Meyerson debieron resultar emocionantes para estos brillantes jóvenes músicos.

Después de la ceremonia de entrega de premios, hubo una breve conferencia de prensa con los ganadores claramente agotados. Aunque los tres dijeron que tienen que preparar futuras interpretaciones, el ganador, Shuan Hern Lee, admitió que primero dormiría algunas horas. La fiesta de clausura en el Nasher Sculpture Center ofreció a concursantes y participantes la oportunidad de relajarse y disfrutar.

Todo lo relacionado con el Cliburn Junior estuvo organizado de manera impecable: los conciertos comenzaron puntuales y se desarrollaron sin problemas. Los eventos sociales fueron manejados escrupulosamente; todo el personal con el traté fue amable y competente. El concurso también hizo un excelente uso de la tecnología e internet: todas las actuaciones del concurso se grabaron en video y se pueden ver en Bachtrack y Youtube. El Cliburn Junior 2019 ha sido extraordinario ¡No se lo pierdan!

El viaje de prensa de Timothy fue patrocinado por The Cliburn.