Danzas de West Side Story

El Concierto para violonchelo en si menor es la última obra que Dvořák compuso en Estados Unidos, en febrero de 1895. El vuelo sinfónico de su inicio anuncia una magnificencia orquestal que reforzará la posición de un solista -aquí Pablo Ferrández, buen conocedor de la obra- que, siguiendo la tradición romántica, se quiere irreductible. El movimiento lento evocará la memoria de Josefina Cermakova, de quien Dvořák había estado enamorado, para dar paso desde el contraste a un finale marcial, que llama a la movilización heroica de las energías físicas y emocionales con la acción inconfundible del triángulo y la complicidad del concertino en las proximidades del final, en prodigioso dueto con el violonchelo.

El espectáculo de las composiciones de Dvořák, que a menudo incorporan ritmos y melodías de su Bohemia natal, se encuentra de nuevo en las Danzas sinfónicas de la West Side Story de Bernstein. Después de haber descubierto la exultante e irónica apertura de su opereta Candide, basada en un alocado texto de Voltaire, se podrá disfrutar con la trama musical de una película que reescribe la imposibilidad de los amores shakespearianos en el contexto de una metrópoli multicultural. Además de revisitar a los clásicos, este concierto ofrece el privilegio de asistir al estreno de una composición de Igor C Silva, en la que nuevos lenguajes musicales amplifican el abanico de posibilidades.