En Santa Cruz de Tenerife, el 36 Festival Internacional de Música de Canarias ha comenzado de manera brillante con un concierto protagonizado por la Philharmonia Orchestra de Londres bajo la dirección del que será su próximo titular, el joven Santtu-Matias Rouvali. El festival presenta un programa muy atractivo, incluyendo orquestas y solistas de primera fila y actuaciones en todas las Islas Canarias. Los abonos principales son en Tenerife y en Gran Canaria.

La Philharmonia es una orquesta de larga trayectoria que mantiene un nivel digno de su legado, lo que la convierte en una de las formaciones más importantes del momento. Por otro lado, Santtu-Matias Rouvali es un director con un sentido muy personal del color orquestal y la vitalidad rítmica, lo que refleja su trasfondo como percusionista. Además, muestra una técnica de dirección muy peculiar y llamativa, que visualmente da la impresión de una mezcla entre ballet y esgrima. Rouvali tiene cosas muy interesantes que decir musicalmente, algo que ya ha demostrado en sus registros discográficos, y es un digno heredero de los grandes directores que ha producido Finlandia.

El director Santtu-Matias Rouvali
© Festival Internacional de Música de Canarias

El concierto comenzó con la Sinfonía nº 5 en mi menor, Op.64 de Tchaikovsky, en la que el director mostró su dominio técnico y sus ideas personales (especialmente reflejadas en las secciones de viento-madera y metales), creando algunos efectos muy interesantes en la articulación y en los balances orquestales. Estos aspectos fueron notorios ya desde el primer movimiento, cuyo Andante inicial comenzó con mucho cuidado en los matices y en el ritmo, aunque quizás podría haber tenido algo más de drama. Posteriormente, en el Allegro con anima fueron bellísimas todas las intervenciones de la sección de cuerdas y Rouvali supo mostrar una gran variedad de acentos y caracteres. Magistral el segundo movimiento (Andante cantabile, con alcuna licenza), con un bellísimo solo de trompa y un espléndido fraseo de todas las secciones. Bien cantado y rítmico el tercer tiempo (Valse), manifestándose un gran virtuosismo de la orquesta en la parte central. Como broche de oro, el brillante Finale, con abundante despliegue de sonoridades y un clímax apoteósico. Versión personalísima y magistralmente realizada por una orquesta de lujo.

La Philharmonia Orchestra en el Auditorio de Tenerife
© Festival Internacional de Música de Canarias

La Sinfonía nº 1 en mi menor, Op.39 de Sibelius es considerada como heredera de las sinfonías de Tchaikovsky. Aunque es evidente la influencia del compositor ruso, Sibelius muestra ya una personalidad propia en esta obra extraordinaria, compleja y variada. Si en su grabación del año 2018 con la Orquesta Sinfónica de Gothenburg, Rouvali nos mostraba los aspectos más rítmicos y modernos de esta composición, en esta ocasión,y sin perder de vista esos elementos, el director aprovechó la magnífica sección de cuerdas de la Philharmonia para ofrecernos una vision que, de alguna manera, se acercaba más al mundo tchaikovskiano, consiguiendo una interpretación inolvidable, con una gran cantidad de momentos mágicos en los cuatro movimientos. En el primero, fue fantástico el solo de clarinete en el Andante ma non troppo, expresivo el comienzo del Allegro energico, espléndida la transición al segundo tema y sensacional el casi wagneriano desarrollo. Extraordinariamente cantado, coloreado y seductor el segundo tiempo Andante (ma non troppo lento). Magníficos los ritmos y los pasajes polifónicos del Scherzo además de magistral la sección central Lento. Por último, un impresionante Finale lleno de contrastes y extremo virtuosismo orquestal. Un prodigio.

En definitva, un concierto memorable de una orquesta legendaria y un director joven, pero ya consagrado, que promete ser uno de los pilares de la dirección orquestal en los próximos años.

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