El contratenor Paul-Antoine Bénos-Djian deslumbra en una rareza de Scarlatti, encabezando un reparto que aporta a la ópera seria la emoción del riesgo. En un baile típicamente barroco de identidades y géneros, quizás el mayor disfraz fuese el que asume la propia obra: lo que se presenta como un Mitridate no es sino una Elettra. El libreto del arquitecto y poeta Girolamo Frigimelica Roberti se centra en el ascenso al trono del Ponto de Mitrídates VI Eupator (cuyo fin de reinado inspiró a Racine y a Mozart). Roberti construye con unos pocos elementos históricos una trama esencialmente tomada de las tragedias de Sófocles, Eurípides y Esquilo, cuyas Electras funde aquí en el personaje de Laodice, hermana de Mitridate, doble de Orestes.

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Al clave, Dani Espasa, Sonja Runje (Antigono) y Paul-Antoine Bénos-Djian (Mitridate)
© Elvira Megías | Centro Nacional de Difusión Musical

A lo largo de cinco actos, se suceden recitativos y arias da capo brevísimas que, en su variado tratamiento orquestal, dan una generosa muestra de la inventiva de Scarlatti. La revisión de Dani Espasa elimina un personaje secundario, reasigna algunos instrumentos, poda recitativos sin perjudicar el hilo argumental y corta ocho arias. Las 32 restantes, junto a tres dúos, ofrecen en sus secciones da capo amplias oportunidades de lucimiento a cantantes e instrumentistas, aprovechadas al máximo en un derroche de imaginación, con variaciones de todo tipo, desde florituras hasta cadenzas de aire improvisado, siempre en estilo, pero nunca previsibles, creando anticipación en el oyente ante cada nuevo reto.

Dani Espasa © Elvira Megías | Centro Nacional de Difusión Musical
Dani Espasa
© Elvira Megías | Centro Nacional de Difusión Musical

Bénos-Djian compuso un magnífico héroe titular. Su voz es de timbre rico, atractivo y cálido, y aquí resultó potente y bien proyectada; su admirable técnica es una lección de bel canto. La sentida plegaria del acto II, "Patrii numi, amici dèi", rompió el hielo y cosechó los primeros aplausos. Fue en los números lentos en los que más se recreó en la belleza del sonido y destacó en este aspecto el también ovacionado "Stelle, se il vostro lume" del acto IV. La voz de Bénos-Dijan empastó muy bien con la de Sonja Runje, más grave y oscura. La contralto, en el papel de Issicratea, o travestida como Antigono, estuvo notable en el animado dúo final del acto II. Especialmente reseñables fueron sus variaciones, introducidas incluso al final de la sección B de sus arias a modo de preludio al da capo, en las que exploraba los límites de su tesitura, siempre con tono homogéneo y bello. Marie Lys, como Laodice, marcó desde la primera aria de la ópera, "Sì, un adultero è nel soglio", la tónica de sus otras seis, destacando su destreza en las agilidades, pureza de tono en las notas mantenidas y vuelo estratosférico en las variaciones. El lamento del acto IV, "Cara tomba del mio diletto", cuyas modulaciones atípicas le inspiraron unas variaciones audaces, fue su intervención más aplaudida. En el rol travesti de su marido Nicomede, Anna Devin, de timbre grato y agudo fácil, se mostró igual de cómoda en el apesadumbrado "Vado sì con pronto piè" del acto III que en el marcial "All’armi, a battaglia" del acto IV.

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Dani Espasa y Ann Hallenberg (Stratonica)

Stratonica, basada en Clitemnestra, le iba como un guante a una Ann Hallenberg pletórica, en plena forma. Gran actriz, habitó el personaje hasta el mínimo gesto. La facilidad, musicalidad y precisión con las que abordó las endiabladas agilidades que abundan en sus cuatro primeras arias hablan de una grandísima cantante. Bordó asimismo la perla que le reserva Scarlatti en el último acto, "Come dolce un sicuro diletto", un aria de una dulzura inesperada, pero a la vez de una perversidad inaudita: lo que tanto placer le procura es la inminente llegada de la urna que ella cree contendrá la cabeza de su hijo. Con razón, uno de los momentos más ovacionados. El mayor éxito de la velada correspondió a otra aria suya, "Esci ommai, che più non v’hai loco", en la que comparte protagonismo con un violín —sencillamente extraordinaria la concertino Farran Sylvan James. Josep-Ramon Olivé, en el breve papel de su marido Farnace, cumplió correctamente su cometido.

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Anna Devin, Marie Lys, Paul-Antoine Bénos-Djian y Sonja Runje; Vespres d'Arnadí y Dani Espasa
© Elvira Megías | Centro Nacional de Difusión Musical

La dirección de Espasa mimaba a los cantantes en los piani, los apoyaba con vitalidad desde la orquesta en los números más agitados, y aportaba sutiles pinceladas de emoción en los recitativos acompañados con un sonido muy pulcro. Aunque las trompetas sufrieron algún desajuste, añadieron pompa, y las intervenciones solistas de Oriol Aymat (violonchelo) y Nina Alcanyiz (oboe) en las arias concertadas se sumaron al despliegue de virtuosismo de los cantantes.

Un dignísimo comienzo, pues, del ciclo transversal #Scarlatti.300 con el que el Centro Nacional de Difusión Musical celebra esta temporada al compositor en el tercer centenario de su muerte.

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