En opinión de Alberto Posadas, la música vocal a cappella requiere una escritura más depurada que la instrumental. Este compositor argumenta que la desnudez de la voz no permite manejar las texturas y la densidad sonora de la misma manera. Al menos, así dice que lo experimentó cuando comenzó a escribir para coro. Razón no le falta, a tenor de lo escuchado en la sesión de Ensems protagonizada por el SWR Vokalensemble. Cada una de las páginas del programa representaron un jalón distinto, tanto en cuanto a técnica compositiva, como a interpretación.

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SWR Vokalensemble, Yukiko Sugawara y Tomoko Hemmi (pianos), y Marcus Creed (dirección)
© Fotos Archivo Festival Ensems | Contra Vent i Fusta

La velada comenzó con el estreno absoluto de Früh kommt die Nacht. En ella, Carlos Bermejo, convierte el sutil contrapunto de la canción “Im Herbst”, última de las cinco Gesänge, op. 104, de Johannes Brahms, en un conglomerado tímbrico de difícil digestión para una primera escucha, en la que no contamos, además, con la ayuda de una introducción adecuada en las notas al programa. De este modo, sus casi quince minutos de duración se convirtieron en una sucesión de motivos presentados en oleadas, sin una dirección aparente, entre los que parecía asomar alguna cita tonal de “Im Herbst”, en contadas ocasiones. La armonía, terriblemente disonante, por encima de cualquier otra consideración (tal vez pudo influir que el coro estuviera frío), tampoco ayudó a la escucha. Y, por si fuera poco, un piano a cuatro manos contrapunteaba y contestaba, esta vez sí, a las dieciséis voces que llenaron el escenario repartidas en cuatro secciones. Yukiko Sugawara y Tomoko Hemmi fueron las pianistas que, a modo de interludio, interpretaron seguidamente Monoduo, de Stephan Stork. Una pieza atonal, compuesta también por aluvión, que no llegamos a comprender, ni por estética, ni por el lugar que ocupaba en el recital, pese al esfuerzo y la dificultad que representó para las solistas.

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SWR Vokalensemble con Marcus Creed en la dirección
© Fotos Archivo Festival Ensems | Contra Vent i Fusta

El concierto alcanzó un cariz bien diferente en su segunda mitad. Hypotyposis Saturniennes, de David Moliner, está bien construida. Combina secciones homofónicas con otras polifónicas, unas líricas y otras rítmicas, en las que el coro dialoga o imita las partes que cantan seis solistas. La pieza incide en el mismo carácter nocturnal de Früh kommt die Nacht (Temprano llega la noche). Tras una introducción sombría a cargo de las voces graves, el autor recrea un ambiente oscuro, a veces lóbrego. Sonoriza lo que trasluce del título: la hipotiposis es un recurso retórico que se usa para narrar un hecho de forma que el oyente lo perciba como si fuera real y saturnino, que no saturnal, es sinónimo de triste o taciturno. Estos dos términos provienen, así mismo, de un poema de Rimbaud en el que se alude al misterio, a lo sombrío y al trastorno que produce la incertidumbre. El autor, además, utiliza textos de Shakespeare que expresan duda y otras sentencias suyas en italiano. De este modo, la politextualidad conlleva la combinación de fonéticas que, junto a los profusos efectos que introduce el coro (a veces más efectistas que efectivos), dio como resultado una sonoridad atractiva. En esta obra, Marcus Creed demostró porqué lleva veinte años al frente del SWR Vokalensemble: estuvo tan activo y atento para señalar cualquier entrada o matiz, como disciplinados se mostraron sus músicos.

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El SWR Vokalensemble estrenó Ubi sunt, de Alberto Posadas
© Fotos Archivo Festival Ensems | Contra Vent i Fusta

Esa misma tónica continuó en Ubi sunt, para veinticuatro voces a cappella en doble coro. Una página estrenada por los alemanes en el festival Wien Modern en noviembre pasado y paseada por festivales como Eclat, antes de recalar en Valencia para su estreno en España. Posadas, otras veces inspirado por la arquitectura o las matemáticas, indaga aquí sobre qué sentido tiene la vida frente a la muerte, influenciado por los efectos de la pandemia. “¿Dónde están quienes nos precedieron?”, se pregunta desde las diferentes perspectivas que le proporcionan los textos de Novalis, Stefan George, Meister Eckhart, los Evangelios y suyos propios (se echaron en falta en el programa de mano con los de las otras obras o proyectados). El doble coro estaba colocado en espejo, es decir, en la fila de hombres: bajos-barítonos-tenores y tenores-barítonos-bajos, y en la de mujeres: sopranos primeras-sopranos segundas-contraltos y viceversa. Esta disposición facilitó que el sonido se moviese, que recorriese las hileras yendo y viniendo, que fluyera el diálogo antifonal entre solistas y el conjunto y la claridad de la polifonía, en contraste con algunos pasajes monódicos. En Ubi sunt, el refinamiento de la escritura llevó a la interpretación a dar un salto cualitativo, consolidado lógicamente por el contacto más prolongado entre intérpretes y compositor. El ensemble hizo una lectura concentrada, delicada y a la vez teatral. Pudo presumir de ductilidad, empaste y, antes de esto, de afinación (qué belleza de disonancias, otras veces imposibles). Los soplidos, susurros, masas fonéticas, contrastes extremos de dinámica y efectos mil no se antojaron gratuitos. Nada era superfluo. Todo estaba dispuesto para alcanzar un final digno del mejor drama coral.

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