Por una vez, Beethoven ha sido destronado en la clasificación de las obras de música clásica más interpretadas en el mundo (según nuestras estadísticas del año). Descienden la Heroica, la Quinta y la Novena sinfonías, que habían triunfado alternativamente en años anteriores: estos éxitos internacionales han sido sustituidos por una obra de Maurice Ravel... ¡y no es el famoso Bolero! Los datos son claros: en 2022, La Valse fue lo que más se escuchó en las grandes salas de conciertos del mundo. ¿Esta nuevo estatus será efímero? ¿o será el principio de un largo reinado? Intentaremos explicar el éxito de La Valse en seis pasos.

1 Abanderado de nuevos aires ravelianos

Los melómanos avispados no esperaron a nuestras estadísticas para darse cuenta (nuestros colegas de Classica, por ejemplo, dedicaron la portada de su revista mensual al compositor el pasado noviembre): Ravel y sus obras han cobrado nuevos aires en los últimos años.

En 2018, bajo la dirección del infatigable Manuel Cornejo, vio la luz una impresionante publicación (¡casi 1800 páginas!) rica en documentos inéditos, con la correspondencia completa del compositor, sus escritos y sus entrevistas. Algunas partituras han sido revisadas por la Ravel Edition: una ambiciosa empresa que publicó su primer volumen en 2018 (con el Bolero) y el segundo en 2019 (el Concierto para piano en sol mayor). El último, en 2022, se dedicó a... La Valse, y esta nueva edición de la obra abrió, con gran pompa, la temporada 2022-23 de l’Orchestre National de France.

Los intérpretes también se han sumado a esta tendencia y renuevan la comprensión del lenguaje de Ravel: en los últimos años, se han multiplicado las interpretaciones de Ravel con instrumentos de época a cargo de formaciones como l’Orchestre des Champs-Élysées (con Louis Langrée) y Les Siècles (con François-Xavier Roth). A ello se han unido los mejores pianistas franceses (David Kadouch, Cédric Tiberghien, Bertrand Chamayou) para los conciertos. Si a esto añadimos la reciente reposición del Festival Ravel (dirigido por Chamayou), tenemos todos los ingredientes para un flamante retorno de la obra del compositor. No es casualidad que el Concierto en sol también se encuentre entre los puestos más altos en nuestra categoría "Conciertos".

2 Un símbolo de renovación de los programas de conciertos

En los últimos años, el formato de los conciertos de música clásica ha evolucionado, y la pandemia probablemente ha acelerado el proceso, ya que las restricciones han obligado a veces a los organizadores a adoptar duraciones más cortas eliminando los intermedios. ¿Debemos enterrar ahora la vieja fórmula obertura-concierto-sinfonía, que se ha vuelto tan rutinaria como un menú de entrante-plato principal-postre? Habrá que ser cautos, pero está claro que los formatos originales se multiplican, yuxtaponiendo obras a veces sin interrupción, buscando nuevos caminos musicales: de la Orquesta Sinfónica de Londres a la Siècles pasando por la Orchestre symphonique de Montréal, no faltan ejemplos. Y aunque La Valse difícilmente habría encajado en los antiguos menús (demasiado larga y espectacular para obertura, demasiado corta para una segunda parte de un concierto), su riqueza expresiva la convierte en idónea para los amantes de los programas aventureros.

3 Un homenaje a las tradiciones vienesas

Si el éxito de La Valse ha traspasado las fronteras de Francia, es sin duda porque la obra de Ravel marca un retorno a las raíces de la música clásica y romántica: Viena. El compositor llegó a plantearse titularla Wien. Finalmente, cambió de opinión en el invierno de 1919-1920, ya que las secuelas de la Primera Guerra Mundial no favorecían en absoluto la germanofilia. Lo cierto es que este gran ballet para orquesta es, en efecto, "una especie de apoteosis del vals vienés", como dice el propio Ravel, "en el marco de un palacio imperial, hacia 1855". La popularidad internacional de esta danza, que sigue estando de actualidad (no hay más que ver el público del Concierto de Año Nuevo de Viena para comprobarlo), ha fomentado y sigue fomentando la difusión de la partitura de Ravel entre orquestas y públicos de todo el mundo.

4 Un modelo para la música moderna

Sin embargo, reducir La Valse a su homenaje a la danza vienesa sería una simplificación injusta. Ravel quiso dar a su partitura "la impresión de un torbellino fantástico y fatal"; no seremos los primeros en encontrar en ella un carácter opresivo y macabro, al lado del cual la Sinfonía fantástica parece un paseo por el parque. Ravel es audaz en su escritura, desde el infrasonido de los contrabajos del comienzo hasta los golpes finales (¡en cuatro tiempos!), pasando por numerosos efectos ultramodernos (glissandi ruidosos, cromatismos cruzados, yuxtaposiciones tímbricas inesperadas, superposición de ritmos contradictorios...). 

Cuando se escucha así, se comprende por qué La Valse puede programarse junto a obras de Luciano Berio, Pierre Boulez o John Adams, y por qué sigue fascinando a los creadores actuales, de George Benjamin a Benjamin Attahir (este último realizó una transcripción de La Valse para piano y conjunto en 2022).

5 Una apoteosis para la orquesta sinfónica

Permítanme aportar un recuerdo: tuve la suerte de tocar La Valse con la Orchestre Français des Jeunes en la gran sala del Konzerthaus de Berlín hace unos diez años, y, creo que al igual que a muchos de mis colegas de entonces, todavía se me pone la carne de gallina. La Valse es una obra difícil y peligrosa, pero es un placer tocarla en una orquesta. Todas las secciones están muy cuidadas (lo que no es tan habitual) y la progresión desde la nada inicial hasta el tumulto final tiene un efecto sobre los intérpretes que sólo algunas de las grandes partituras de principios del siglo XX pueden igualar (La consagración de la primavera, de Stravinsky o la suite de El mandarín maravilloso de Bartók). No es de extrañar, por tanto, que las orquestas sinfónicas la incluyan de forma destacada en sus programas; por otra parte, los directores también aprecian el carácter espectacular de la obra, que hace que sea relativamente fácil ganarse al público.

6 Un caballo de batalla para pianistas virtuosos

Hay que reconocer que si sólo se hubiera tenido en cuenta la versión orquestal de la obra, La Valse habría descendido al segundo puesto de nuestra tabla (cediendo el puesto a la Novena sinfonía de Beethoven). Pero, he aquí, que Ravel también dejó dos transcripciones de La Valse para piano (piano solo y dos pianos), y habría sido injusto no tenerlas en cuenta. La Valse se ha convertido en el caballo de batalla de muchos pianistas virtuosos que no dudan en añadir su toque personal a la obra (con mayor o menor éxito), por lo que se interpreta tanto en las salas de conciertos como en los festivales más pequeños.

Si a esto añadimos que la partitura también se utiliza hoy en día para acompañar algunas producciones coreográficas (de acuerdo con el proyecto inicial de Ravel) y que todas las versiones de la obra han pasado a formar parte recientemente del dominio público (al menos en Francia), podemos apostar a que este nuevo estatus La Valse anuncia un futuro bailable.

Traducido por Katia de Miguel