El Festival de Bayreuth y el Müpa de Budapest están separados por una distancia de 800 km y varias fronteras internacionales, pero están unidos por el espirítu de los festivales sobre Wagner que ambas ciudades acogen todos los veranos. Adám Fischer, que creó el primer Budapest Wagner Days en 2006 y ha sido desde entonces su director artístico, ha dirigido en los dos teatros y elogia la buena acústica de ambas salas, y que es, por otra parte, especialmente amable para los cantantes. “No necesitas voces enormes para superar la orquesta”, explica, y añade que “se puede tener una voz incluso más pequeña que para el Metropolitan. No quiere decir que las voces grandes no puedan cantar, pero puedes apreciar la diferencia entre piano y mezzoforte mucho mejor que en ningún otro auditorio.”
El corazón de Fischer, en cualquier caso, está claramente en el Müpa – siempre llamo así al Palacio de Artes de Budapest y su Auditorio Béla Bartók – sala en cuya construcción estuvo muy involucrado. “La ventaja del Müpa es que los integrantes de la orquesta y los cantantes se escuchan perfectamente, así que puedo indicar rubatos en el momento”. Lo que más le entusiasma es la posibilidad de utilizar técnicas de la música de cámara, de tal modo que los músicos de la orquesta y los cantantes interactúan entre sí de forma espontánea, lo que contrasta con Bayreuth, donde “tienes que preparar todos los giros y las improvisaciones” de antemano. La otra característica definitoria del Müpa es que “incluso si la orquesta suena más alto que el cantante, puedes escuchar al cantante perfectamente, para mi es como un instrumento de la orquesta con un sonido muy transparente. Me gusta la idea de usar las diferentes posibilidades de la acústica, así que adoro trabajar aquí”.
La escenificación de las óperas ha sido descrita como “escenificación de concierto”, “semiescenificado o incluso “más como tres cuartos escenificado”. A Fischer no le gusta ninguno de estos términos y explica que son representaciones que se montan para esa sala. “No debemos hacer una producción como para un teatro de ópera, porque esto no es un teatro de ópera. Queremos utilizar el auditorio y queremos traer gente a que se concentre en la música.”
Le pregunto a Fischer si discute acerca de este tipo de producciones con su hermano Iván, que también monta versiones semiescenificadas de ópera. Y sí, hablan sobre ello, comenta, pero explica también que los requerimientos son distintos, ya que Iván crea producciones que la Orquesta del Festival de Budapest se puede llevar de gira a diferentes auditorios y por distintas ciudades, mientras que sus producciones de Wagner están firmemente arraigadas – se ha resistido a todas las posibilidades que se le han ofrecido de llevar una producción de gira. “Lo que quiero, con lo que sueño, es con crear una producción que funcione únicamente en el Müpa. Tienes que encontrar algo que sea único”.
En la edición de 2018 de los Wagner Days, Fischer dirigirá Tannhäuser, la cual considera la más dramática de las óperas tempranas de Wagner: “No hay buenos y malos en Tannhäuser y eso me parece muy importante. Vives en un mundo que no reconoce tu verdad y tienes una mala conciencia de ti mismo. Es una comparación muy mala, pero me viene a la cabeza esta idea: es como ser homosexual en un mundo en el que la homosexualidad es un pecado – sabes que estás en lo cierto pero la gente no lo acepta, y entonces te odias a ti mismo. La lucha interna de Tannhäuser es muy moderna”.
La clave para una buena respresentación de Tannhäuser es la selección del rol del tenor, el cual Fischer señala que es “uno de los tres papeles más difíciles de la literatura musical”. Además de la enorme duración, que no es nuevo en Wagner, por la tesitura: “Está exactamente en la altura F# y G y G#, que es muy difícil para los tenores. El comienzo ya es peliagudo, la canción que le canta a Venus sube y sube y está en una altura que resulta agotadora para el tenor. Cada tenor tiene una solución diferente para resolver este problema y hay un historial de tenores peleándose con los directores de escena. Estos últimos siempre quieren que actúen mucho en el comienzo, y los directores de orquesta y los tenores insisten en no hacer eso, si se mueven demasiado, no pueden cantar al final.”
En el festival del próximo junio, el papel será interpretado por Stephen Gould, a quien Fischer considera uno de los tenores con más experiencia en Wagner y uno de los pocos que puede cantar bien el papel de Tannhäuser, porque lo ha cantado tantas veces, que sabe exactamente donde están sus límites.
El otro gran rol para Heldentenor en el próximo festival es el de Tristan y estará encarnado por Peter Seiffert, de quien Fischer piensa que es uno de los mejores intérpretes de dicho papel de los últimos años. Seiffert no es precisamente joven, pero Fischer dice que su voz está exactamente igual que hace diez años. Tristan und Isolde, comenta, es el mayor reto para los directores, nunca ha sido tan popular como otras óperas de Wagner (cuando Bayreuth comenzó su nueva andadura, era para la única que podías conseguir entradas). Se toma esto como un reto personal: “la gente a la que no le gusta Wagner dice que Tristan es demasiado larga, y esto es lo que no quiero volver a escuchar. Debemos encontrar el modo de interpretarla de una manera tan emocionante que la gente no piense eso. Y no es demasiado larga, por supuesto. Si a la gente no le gusta Tristan tanto como las otras óperas –y con esto me adelanto– es nuestra culpa, es mi culpa”. También quiere mostrar “el carácter revolucionario de la música, porque Tristan cambió por completo el curso de la literatura musical. Creo firmemente que la historia de la música tiene dos partes: antes de Tristan y después de Tristan.”
El público habitual de los Budapest Wagner Day notarán una ausencia en 2018: por primera vez en varios años no habrá ciclo del Anillo. Esto se debe a que la producción se está renovando para volver en 2019. En principio, explica Fischer, su intención era emular Bayreuth cambiando sus producciones cada tres o cuatro años: el primer Anillo se iba a retirar tras seis años en escena y ser reemplazado dos años después. Han pasado diez, y la producción ha sido tan exitosa que sus fundamentos se van a conservar. En cualquier caso, él y el director/diseñador Hartmut Schörghofer van a hacer varios cambios, especialmente, en el aspecto técnico: el agujero en medio del escenario requería tiempos de montaje y desmontaje muy largos. Como resultado, no podían poner otra ópera inmediatamente antes o después del Anillo –“no podíamos hacer un auténtico festival”. El programa para 2019 no se ha anunciado todavía, pero parece seguro asumir que incluirá un Anillo, además de otras óperas yuxtapuestas mucho más próximas de lo que ha sido posible nunca antes.
Le pregunto a Fischer si su planteamiento para la dirección del Anillo ha cambiado con el paso de los años. Lo ha hecho, comenta, pero no de una manera sistemática que pudiera explicar: lo más importante, añade, es, cada año, responder a los cantantes con los que trabaja y utilizar la personalidad de cada uno. “Como un director de escena que no puede representar a una persona delgada con una persona gorda, tiene que utilizar a los cantantes de manera que puedan ser ellos mismos; musicalmente es lo mismo para mi. La vida es demasiado corta como para no estar descubriendo cosas nuevas a cada momento”.
Puede consultar todo el programa de los Wagner Days 2018 aquí, incluyendo Tannhäuser y Tristan und Isolde (dirigidos por Fischer), así como Der fliegende Holländer (dirigido por Peter Schneider). Nuestras reseñas de ediciones pasadas están aquí.
Esta entrevista ha sido patrocinada por el Müpa de Budapest.