Tras estudiar en Bloomington, Indiana y en la Hochschule für Musik und Theater München, el violinista norteamericano Noah Bendix-Balgley ganó concursos del más alto nivel (el Long-Thibaud en 2008 y el Queen Elisabeth en 2009). Fue nombrado concertino de la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh a los 27 años, y llegó a Alemania tres años después para ocupar uno de los puestos más importantes del mundo orquestal…
¿Cómo llegó a concertino de la Filarmónica de Berlín?
Fui concertino de la Sinfónica de Pittsburgh de 2011 a 2015. En 2014 me enteré de que había una convocatoria abierta para uno de los puestos de concertino en Berlín y la solicité porque siempre he admirado el estilo y el sonido de la Filarmónica de Berlín. Fuí a la audición sin grandes esperanzas de lograr el puesto, pero las cosas fueron bien y conseguí el trabajo. Creo que uno de los factores que influyeron en mi éxito fue que toqué como si estuviera en un concierto, más que en una audición o en un examen, ya que no esperaba conseguirlo.
¿Cuál es el papel del primer concertino dentro de la orquesta?
El concertino es un líder entre iguales en la orquesta. Tengo la responsabilidad de que las cosas vayan bien durante los ensayos y tengo que guiar con mi interpretación y los movimientos de mi cuerpo, aunando a las distintas secciones de la orquesta en momentos cruciales de la música. Hay una reciprocidad constante mientras se interpreta, y como concertino tengo que reaccionar a lo que ocurre a mi alrededor y transmitir los pulsos para que otros instrumentos puedan seguirlos.
¿Cómo lleva a cabo la comunicación entre el director y la orquesta?
Trato de mostrar lo que el director quiere con mi interpretación. Si algo no está claro, hablo con el director en nombre de mi sección o de la orquesta. Pero la mayor parte del tiempo trato de ofrecer claridad a través de mi interpretación y mi dirección.
Independientemente de la visión musical del director, ¿qué iniciativas puede tomar en relación con la interpretación?
Decido los arcos para mi sección (y por tanto, para toda la cuerda), lo que influye muchísimo en el fraseo y el sonido. A través de mi liderazgo y el contacto visual, puedo establecer comunicación entre las secciones o intérpretes de la orquesta en momentos clave de la música.
Una orquesta es un organismo complejo, con su propia estructura jerárquica entre las diferentes secciones. ¿Cómo se asegura de que los distintos niveles funcionan bien y sin conflicto?
Aunque hay puestos líderes dentro de la orquesta, me gusta pensar en el organismo como un conjunto de iguales. Creo que la Filarmónica de Berlín es especialmente igualitaria, tanto entre los músicos como en la parte organizativa.
Es importante respetar las opiniones y el criterio artístico de cada miembro de la orquesta. Cuando me dirijo a mi sección siempre digo ‘nosotros’, nunca me dirijo a un músico en concreto. Y siempre que sea posible, trato de resolver un problema musical con mi interpretación y dirección, más que con palabras. Por supuesto, estar preparado y sonar bien es el primer paso para ganarte la confianza y el respeto de tus colegas.
¿Hay algo en el mundo del concierto que le gustaría que cambiara?
No soporto el rechazo a que se aplauda entre movimientos. No ha sido siempre así, y si el público tiene el deseo de reaccionar aplaudiendo, deberían poder hacerlo sin sentirse fuera de lugar!