“He empezado por algo pequeño: solo un ballet narrativo de tres actos que todo el mundo conoce!”. Tamara Rojo se echa a reír al pensar en la enorme tarea de montar su primera obra como coreógrafa. La directora artística del English National Ballet habla desde su pequeña oficina en la sede de la compañía en City Island, Londres, entre ensayos de El cascanueces y su nuevo ballet, Raymonda. Parece que disfruta del proceso, “Me ha encantado estar en el estudio como coreógrafa y lo he disfrutado mucho, mucho más de lo que me imaginaba”.

Tamara Rojo ensayando Raymonda
© Laurent Liotardo

¿Por qué Raymonda? “Lo primero, por la música de Alexander Glazunov”, explica Rojo, “las melodías son tan ricas. Siempre he tratado de traer repertorio que sea identificable con el ENB, que sea único para la compañía y, a pesar de esta increíble música, ninguna compañía en Reino Unido interpreta el ballet completo. Me pareció que esta era una oportunidad que tenía que explorar”.

Raymonda fue uno de los últimos ballets de Marius Petipa, se estrenó en 1898. Por tanto, llegó después de la creación de La bella durmiente y El cascanueces, y de las revisiones de 1895 de Petipa y Lev Ivanov que revivieron El lago de los cisnes. Como tal, había más de espectáculo que de argumento. Raymonda espera el retorno de su prometido, Jean de Brienne, de las Cruzadas, pero el caballero sarraceno Abdurakhman llega inesperadamente y le declara su amor. De Brienne lo asesina en una pelea y en el Acto 3 vemos la boda de Raymonda. Las compañías de Reino Unido suelen presentar el divertissement de la boda solo. Rojo lo bailó tanto con el ENB como con The Royal Ballet, pero nunca ha interpretado el rol entero, que fue creado para la legendaria bailarina Pierina Legnani.

Pierina Legnani en Raymonda, acto 1 (1898)
© Public domain

“Petipa fue el más grande de los coreógrafos clásicos. Era nuestro Mozart. El rol de Raymonda es uno de los papeles más importantes a los que una bailarina se puede enfrentar”, me dice Rojo. “Hay siete solos. No termina nunca. Tienes que usar todos tus recursos técnicos: hay que saltar en pointe, girar, equilibrios, hacer un adagio, un staccato… contiene todo el vocabulario de una bailarina. Pierina Legnani fue una bailarina extraordinaria para su tiempo en cuanto a técnica se refiere. Hemos estudiado las anotaciones originales de Stepanov, aunque se hicieron en 1903 y, por tanto, no son del estreno del ballet, sino de unos años después. Es lo más que nos podemos aproximar al legado original del ballet”. 

Uno de los momentos más notables llega en la variación de Raymonda del acto 2, en el que Petipa pide treinta entrechats-quatre sur la pointe, lo que causó sensación en el estreno. “Creo que una de las cosas que ha cambiado es el salto en pointe, el cual creo que era mucho más característico entonces que ahora, y esto se debe en parte a que la figura de las bailarinas ha cambiado. Hoy en día, se espera de las bailarinas que tengan más flexibilidad en sus movimientos. Si tienes un empeine muy amplio, tobillos muy flexibles, caderas muy flexibles, es mucho más difícil saltar en pointe, auque no imposible”.

Olesya Novikova baila la variación del acto 2 de Raymonda en La Scala

¿Y cómo responden sus bailarines a las demandas? “Para ser justos, están disfrutando el haber aceptado el reto. No es frecuente hacer algo nuevo que no sea contemporáneo, y hacer un rol nuevo del repertorio clásico es muy raro. En mi opinión, ¡están fantásticos!”

Rojo denomina su versión adaptación más que su propia coreografía. “No soy de ninguna manera Petipa, pero lo que intento hacer con Raymonda es lo que he visto que se hace en Inglaterra con el canon teatral de Shakespeare, que es intentar y hacer que la obra original encaje en un contexto diferente, preservando lo más posible, pero hacer las escenas que tenga que hacer yo misma para hacer justicia a la narración”.

Bailarines del English National Ballet ensayando Raymonda
© Laurent Liotardo

Y la narración, explica Rojo, va a ser bastante diferente. Tal y como comenta la dramaturga Lucinda Coxon en uno de los videos introductorios del ENB, la representación de Abdurakhman es “extremadamente problemática y racista”, mostrándole como un “depredador sexual”, así que la narración se ha reconfigurado de las Cruzadas a la Guerra de Crimea, en la que fuerzas británicas, francesas y otomanas se unieron frente a los rusos.

Otro de los problemas de Rojo es la falta de voz activa en el papel titular. “Raymonda es alguien que no para de bailar, pero nunca entendemos quién es, cuál es su motivación, por qué elige casarse con Jean y por qué desprecia a Abdur! Hay muy poca perspicacia, las cosas, sencillamente, le pasan.

Fernando Carratalá Coloma en un ensayo para Raymonda
© Laurent Liotardo

“Quería que Raymonda tomara sus propias decisiones, y para eso necesitaba un contexto histórico en el que el turco no fuera el enemigo y un contexto en el que las mujeres estuvieran activamente involucradas en el conflicto, y la Guerra de Crimea encajaba a la perfección. Una vez que hice a Jean un caballero inglés de la Brigada Ligera (John de Bryan), Abdur se convirtió en un hombre del Imperio otomano que había ido a Inglaterra a informar al gobierno y a la prensa sobre cómo ayudar. Abdur está basado en personas reales del Imperio otomano que estudiaron en Oxford y Cambridge y estaban muy bien conectados, pero que también tenían dinero para sobornar a la prensa para que cambiara la narrativa sobre por qué los británicos no deberían unirse a su aliado natural, la Rusia cristiana, sino convertirse en aliados de los turcos. Es geopolítica (lo mismo que nos cuentan hoy), pero me permitió tener un contexto en el que John y Abdur son colegas y aliados en lugar de enemigos".

Erina Takahashi ataviada como enfermera en Raymonda, con diseño de vestuario de Antony McDonald
© Laurent Liotardo

“Y Raymonda se convierte en una de esas mujeres en el frente –en este caso me inspiró Florence Nightingale y las enfermeras de Crimea– pero allí hubo otras muchas mujeres, acompañando a sus maridos, había lavanderas, prostitutas. Esa era la otra parte de la Guerra de Crimea, de ahí todos estos valses y eventos sociales. Había carreras de caballos, juego y muchas fiestas”. 

La Guerra de Crimea fue también el primer conflicto que fue documentado por la prensa con reportajes y fotografías. “De hecho, toda la producción está diseñada por Antony McDonald como si estuviéramos mirando a través de la lente de una cámara y hay un fotógrafo presente todo el tiempo, así que eso lo vemos de manera evidente en el ballet”.

Maria Kochetkova y bailarines del ENB ensayando Raymonda
© Laurent Liotardo

¿Y cómo encuadra Rojo las influencias húngaras en el Acto 3, en el que la boda tiene lugar tradicionalmente en la corte del rey Andrés II de Hungría, quien lideró la Cruzada de 1217-18? “No pude negarme a esa música,” sonríe, “no podía eliminarla, así que había que justificarla. Este fue, de hecho, otro hallazgo de Antony McDonald. Incluso entonces, inmigrantes europeos participaban en la recolección de cosechas en Gran Bretaña. Así que Raymonda, que poseía terrenos al igual que la familia de Florence Nightingale, tenía trabajadores húngaros y estos celebran la boda de la señora de la casa bailando para ella e invitándola a participar en sus propias celebraciones. Es muy distinto. En lugar de ser una gran ocasión con opulentas decoraciones y tutús, es una fiesta de trabajadores… es más realista”. Gavin Sutherland, el director musical del ENB, ha reorquestado partes del Acto 3 para introducir instrumentos tradicionales húngaros como la zanfoña y el címbalo. Que Glazunov se inspiró en este último se escucha claramente en el piano del comienzo de la famosa variación de Raymonda del acto 3.

También se han reorganizado algunos números: el acto 1 se ha expandido para que dejar espacio al desarrollo de la narración. “El segundo vals era un momento muy alegre, pero no encajaba con la narración de la pérdida de hombres y mujeres en la guerra,” comenta Rojo. Así que Sutherland ha compuesto un “valse triste”, un vals a los soldados caídos, ligeramente basado en la música del Adagio del “Sueño” del Acto 1, un bello momento en 12/8 en re bemol.

Si Raymonda conlleva algunos problemas, ¿hay otras obras cuyo montaje implique dificultades en las circunstancias actuales? “Bayadère es la más obvia, pero como española, Don Quixote siempre ha sido un reto, no por cuestiones políticas o por ninguna ofensa que nadie pueda sentir, sino por la enorme falta de representación del propio libro. Estudiamos Don Quijote en el colegio, es la primera novela importante, es una revolución en la literatura, sin embargo, lo que acaba en el escenario, el rol de Don Quixote mismo es…”, mueve los ojos con desesperación. “Si dejamos eso de lado, el ballet está bien, lo ves y lo disfrutas, pero como española que ha leído a Cervantes…"

Carmen también me cuesta a veces, el cómo se la muestra como una provocadora más que como una mujer que quiere ser independiente y controlar su destino, quiere elegir y comportarse como un hombre. Solo he visto una versión que la representa como yo lo entiendo, y es la Carmen de Mats Ek, que es la única que muestra ese carácter, esa voluntad".

Tamara Rojo y Francesco Gabriele Frola durante un ensayo
© Laurent Liotardo

Rojo también tiene esa voluntad. Es una líder dinámica, al igual que en el escenario es una fuerza motora. Está profundamente orgullosa de su compañía y sus logros y siempre ha estado a la cabeza. Durante el confinamiento, los aficionados podían seguir sus clases diarias transmitidas en directo desde la cocina (y morirse de envidia viendo la cafetera express Sage). El gobierno la seleccionó para el Cultural Renewal Taskforce, comité para desarrollar un plan de acción sobre cómo las compañías podían retomar la actividad. “Creo que el ENB lo hizo tremendamente bien durante la pandemia”, me dice. “Reaccionamos muy rápido, demostramos que somos flexibles, innovadores y generosos, compartimos todo lo que había en nuestros archivos y nuestras clases gratis durante mucho tiempo. También creamos contenido para consumo digital y tan pronto como abrieron los teatros, programamos Reunion y Solstice en el verano, aunque económicamente no tenía mucho sentido. El ENB puede llevar la cabeza bien alta”.

Tamara Rojo
© Karolina Kuras

El trabajo digital de la compañía ha sido enormemente importante, Rojo habla de los altos costes de crear contenido digital frente a una ganancia económica no garantizada (o muy baja). “Hace un año, habría dicho con toda seguridad que lo digital era parte de nuestra visión, pero ahora tengo que pensármelo porque, para mí, lo más importante es que somos una compañía de artes escénicas viva, con intérpretes vivos en el escenario y en el foso. Tengo que asegurar que continuamos siendo una organización de interpretación en vivo, y no correr tantos riesgos”.

Rojo rápidamente menciona la importancia del paquete de medidas de rescate del gobierno y el esquema furlough así como las generosas donaciones de particulares, y que han ayudado a mantener la compañía a flote. “Los mensajes de gratitud nos recordaban la importancia de lo que hacemos, de no dar nada por sentado, y de que la gente necesita las artes especialmente en los momentos más difíciles, cuando se está solo o asustado”. Pero también alerta de lo siguiente, “por extraño que parezca, ahora vienen los meses más difíciles. Hemos sobrevivido, por poco, y estamos de vuelta al completo, con todo lo que eso implica en cuanto a costes e inversiones y con toda la inseguridad que todavía hay en cuanto al futuro. Las taquillas están pasando malos momentos y va a pasar tiempo antes de que comiencen las giras internacionales (que es algo económicamente muy positivo para nosotros), así que los dos o tres próximos años son los que van a ser más arriesgados”.

Traducido del inglés por Katia de Miguel.