Kazushi Ono junto a la Orquestra Simfònica de Barcelona trazaron líneas para aproximar tres obras que nada tienen en común. Obras regidas por su fuerza centrífuga, basada en su concepción de forma y la relación entre sus homólogas. Estructurales o figuradas, las formas vertebran todo un discurso estético bello, revelador y congruente; sea una obra orquestal, una pieza de estudio o un poema sinfónico, la expresión de lo que no se ve acaba siendo en esta propuesta una razón de ser por sí misma. Las máximas como la escucha entre todos y la incorporación del silencio como activo fundamental vuelven a estar presentes en la manera de hacer de Ono, que ha hecho de este concierto otra nueva posibilidad de plantearse el espíritu de las piezas desde otro ángulo.

El compositor Jordi Cervelló saluda tras el estreno de L'harmonia de les formes por la OBC
© May Zircus | L'Auditori

Inició el programa A Flock Descends Into a Pentagonal Garden de Tōru Takemitsu, obra esencial en la exploración entre tradición musical occidental y oriental y la combinación de ambas, dando un nuevo estilo. Ono remarcó los momentos confrontados con el silencio, recreando la idea fundamental de la obra: un paseo por un jardín japonés, en el que el simbolismo y la descripción atienden a la reflexión. Siguiendo el motivo principal llevado por el oboe y un seguimiento eminentemente de cuerdas, la pieza deambula sin tener una estructura muy marcada, cosa que aprovechó Ono para darle tiempo al sonido; centró la atención en las escenas cambiantes de las secciones y prestando protagonismo a las pequeñas expresiones melódicas que no forman parte de la estructura central, de marcada tendencia pentatónica. Resaltaron los timbres coloristas, claros, y la intencionalidad evocadora de la orquesta.

Siguió con el estreno mundial de L’harmonia de les formes de Jordi Cervelló. Obra que en sí es descripción y juego de las leyes matemáticas que rigen la naturaleza, repartidas en ocho movimientos. La expresión creativa está basada en la descripción musical de las mismas formas, y en palabras del propio autor, “no es geometría, es extraer el significado científico-poético de cada forma”. La orquesta remarcó el tono fundamentalmente descriptivo, con intención casi lúdica, haciendo posible transmutar el concepto matemático al lenguaje musical. Un periplo que atraviesa oscilaciones, tresillos y decrescendi con un desarrollo melódico suave y ligero en el primer bloque. Pasó también por el clima penetrante de cuerdas, las resonancias y las soluciones lentas, y por agudos a graves progresivamente para mantener el dramatismo, con golpes secos; hasta acabar por cambiar de registro y clima por la ironía, con base rítmica de movimientos rápidos, diálogos entre vientos y cuerdas, y con una repetitiva presencia y progresión de motivos. Uniendo, todo ello, en un gran cierre complejo, de clímax para toda la orquesta.

José Mor, violonchelo, y Kazushi Ono, dirección
© May Zircus | L'Auditori

La pieza final fue un Don Quixote de Strauss que recreó los mejores momentos de la tarde, en gran parte gracias a la intervención del violonchelo solo de José Mor y la viola de Benjamin Beck, quienes regalaron las intervenciones melódicas más bellas. Se dirigió una orquesta refinada en el tratamiento formal, con unas variaciones de los temas portentosos. Tanto el espíritu como los efectos de los instrumentos aportaron un esbozo marcado por los tiempos moderados y de bloques de sección bien caracterizados. Ono quiso destacar los fortissimo de violonchelos en especial, así como los motivos responsorios, los tiempos de las atmósferas narrativas y la transformación de las variaciones de los temas.

Buen planteamiento y buen trabajo el del director y su plantilla, con un participación plena sin pretensión de exclusividad instrumental, sino fomentándose en la continuidad sinfónica, en un tono descriptivo-atmosférico y con una ampliación de recursos sonoros. Todo de forma perfecta.

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