13 de noviembre de 2022. Una fecha que los melómanos de la música clásica en general, y los de Wagner en particular, no olvidarán. Como mínimo para todos aquellos que estuvieron esa noche. Tres referentes del canto wagneriano de nuestra actualidad, en el mismo escenario, en el mismo momento. Tres generaciones se sumaron a la celebración del 175º aniversario del teatro catalán. Pero más que una celebración a la casa, fue una celebración a la suerte de poder coincidir en espacio y tiempo con, la ya hecha leyenda, Waltraud Meier, la perdurable Iréne Theorin (¡por fin!, después de dos cancelaciones consecutivas en este auditorio) y la recién llegada celebridad, Lise Davidsen.
Aquella expectación no se volverá a repetir, y efectivamente, así fue; minutos antes del inicio, el director Víctor García de Gomar salió al escenario para comunicar que esa velada sería la última de Meier, quien decía adiós a los escenarios esa misma noche. El público enmudeció y seguidamente, un entusiasmo desenfrenado empezó a corretear por los palcos y butacas. Sí, lo que estábamos a punto de ver esa noche no se volvería a repetir. Era ya un hecho que se iba a presenciar un cierre de ciclo, otro capítulo de la historia de las grandes voces, esta vez la de la gran Meier. Le acompañaron en esta inesperada despedida la eterna querida del Liceu, Theorin, a quien el público barcelonés prácticamente idolatra. Y cerrando un capítulo pero abriendo otro, la joven Davidsen, después del triunfo cosechado en el pasado Festival de Bayreuth y el Festival de Peralada, se estrenó en el Liceu con aclamo.
Estas estrellas unidas para la ocasión ofrecieron una selección de Wagner y Strauss, adoptando sus roles más representativos por sus registros. Abrió el recital Davidsen, con “Dich, teure Halle” de Tannhäuser; sus primeros acordes, en los que ya relucen sensibilidad y dramatismo en una voz ambiciosa en su proyección, logró captar a los que no le habían escuchado antes. Davidsen tiene una voz preparada para defender papeles wagnerianos, catártica, que ya sabe dominar el equilibrio entre la humanidad y las emociones de los personajes wagnerianos. El público enloqueció en vítores y aplausos en su primera muestra. Le siguió Meier con su mítico “Höre mit Sinn”, demostrando la elegancia de la experiencia, una voz cantada desde la madurez y el dominio de la expresividad por más de treinta y cinco roles ejecutados, más que por una frondosa proyección, de matices pequeños pero grandísima en escena. Theorin remató con el Preludio siendo como ella es; sensacional en el dominio, comedida en la exageración dramática y delicada en sus finales.
La ovación final llegó con la interpretación de la última escena de Elektra de Strauss, en la que las tres ‘valkirias’ se proclamaron en el escenario como lo que son; tres grandes del ayer, del hoy y del mañana en devoción y dedicación por el arte musical. Una Theorin como Elektra se mostró atrevida y acomodada en el rol de la excitación devota del amor de una hija hacia su padre, una Meier en el papel de Klytemnestra con tintes sombríos a la vez que elegantes y una Davidsen que volvió a irradiar luz con su voz amplia y fulgurante, todo acompañado de una orquesta y un Josep Pons sencillamente excepcionales.
Un público en pie con más de diez ovaciones seguidas a aquellas voces que cierran y abren caminos; una bienvenida, una enhorabuena y una despedida totalmente merecidas a tres grandes cantantes. Voces que sentaron cátedra la noche del 13 de noviembre de 2022.