El próximo 13 de septiembre se cumplirá el 150 aniversario del nacimiento de Arnold Schönberg, una de las mentes más sugerentes surgidas a lo largo de la historia en el arte y en el pensamiento occidental. Así, el programa que Sonido Extremo y Jordi Francés presentaron en la penúltima sesión del Festival Internacional de Santander se erigió en una prueba más de su trascendencia. Según explicó el mismo director al inicio del concierto, esta “mirada expresionista” al repertorio tenía como misión establecer una serie de relaciones dialécticas entre la música del vienés y la de compositores actuales como Josep Planells Schiaffino e Israel López Esteleche.
El hilo conductor del proyecto es una selección de personajes de la commedia dell'arte. Unos caracteres misteriosos, a veces melancólicos, otras irónicos, humorísticos, tristes…, Pierrot y Arlecchino, que junto a Pulcinella, Colombine, Scaramouche y otros han servido de inspiración a artistas de las más variadas disciplinas. Basta con echar un vistazo, por ejemplo, a la serie de arlequines de Picasso, al de Juan Gris —expuesto estos días en el Centro Botín de Santander— o al más surrealista El carnaval del arlequín, de Joan Miró, entre muchos otros.
Y es esto, precisamente, lo que conforma la partitura de Planells titulada Arlecchino: una alternancia de líneas, motivos puntillistas, sonidos en sfumato, glissandi, soplidos, armónicos que se antojan reflejos o figuras deformes..., y silencios. El silencio, sinónimo de espacio vacío, es muy importante hacia el final de la composición. De ejecutar todo ello se encargan un violín, un chelo, un saxofón tenor —que da un toque cosmopolita y un tanto jazzístico—, un clarinete bajo, flauta y piano. Por eso, el director aquí no ejerció como tal, sino que devino en un esforzado pintor que bien empleaba trazos amplios bien gestos delicados con los que contornear aquello que el mismo Schönberg denominó Klangfarbenmelodie o melodía de timbres.
En esta misma línea, López Esteleche, por encargo de Sonido Extremo, convirtió la monocroma Sonata para piano op. 1, de Alban Berg, en la colorista Sonata… it’s alive al instrumentarla con la plantilla anterior, más una viola y vibráfono y cambiando el clarinete bajo por uno soprano. Con ello expande además la textura, respetando siempre la escritura original. En manos de Francés y el conjunto extremeño la lectura de esta página llena de cromatismos resultó madura, de una definición formal apabullante, introspectiva y de un lirismo y expresión contrastante con las otras obras del programa.
Y si de colores se trataba, es preciso destacar la divertida casaca que lució Xavier Sabata sobre pantalón blanco, atiborrada de donuts de mil sabores (esos a los que es adicto Homer Simpson). Un vestuario acorde con el de algunos de los personajes mencionados, un tanto pop art, y con el dadaísmo vigente en los primeros años del siglo XX. Así, el Pierrot encarnado por Sabata es un personaje cambiante: surrealista y expresionista a la vez, un puntito histriónico, explosivo, nocturnal, enérgico, melancólico, contemplativo... Se movió entre los instrumentistas con la finalidad, a veces, de fundirse en lo sonoro con ellos. Por ejemplo, voz y flauta fueron uno en Der kranke Mond (n.º 7) y encajó con naturalidad el ritmo del arriesgado Galgenlied (n.º 12) con viola y chelo. Y por si esto fuera poco, convirtió el Sprechgesang en un abanico de posibilidades tímbricas y expresivas al controlar también el falsete, el canto pleno, el susurro y el grito.
A ese mismo nivel estuvo Sonido Extremo y su director, mostrando un trabajo meticuloso y serio, que proporcionó al público una hora exquisita.
El alojamiento en Santander para Daniel Martínez ha sido facilitado por el Festival de Santander.