La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla celebra su vigésimo quinto aniversario con una programación que se inspira en los sonidos del Mediterráneo. Su segundo concierto de la temporada, titulado Impresiones árabes, y que incluyó la interpretación del Concierto para piano núm. 5, de Saint-Saëns inspirado en un viaje que el compositor realizó por Egipto, y la suite sinfónica Scheherazade que Rimski-Kórsakov compuso a partir de Las mil y una noches, tuvo un resultado irregular, en parte debido a una dirección que no supo equilibrar los impulsos emotivos del contenido musical y derrochó exuberancia.
En el último momento, y sin mediar justificación alguna, el pianista ruso Alexei Volodin sustituyó a Lilya Zilberstein (una lástima la falta de información que hubo respecto al cambio). Volodin realizó una interpretación robusta y férrea del Concierto para piano "El egipcio", de Saint-Saëns. Su sonido transparente mostró con claridad rítmica las llamativas ondulaciones de la composición. Estuvo muy compenetrado con la orquesta y buscaba el diálogo en todo momento. Se resaltaron las melodías árabes de la obra, que sonaron intensas, profundas y con desparpajo cuando fue requerido. La orquesta, por su parte, aunque intentó responder a la emotividad de Volodin, no logró la precisión necesaria para hacer un correcto contrapunto al pianista ruso. La intensidad fuerte fue una constante –un descuido en la dirección que se intensificó en la segunda obra del concierto–.
Dos temas generan el material musical más importante del poema sinfónico Scheherazade de Nikolái Rimski-Kórsakov: el tema del Sultán y el de Scheherazade. Los elementos motívicos que se desarrollan a lo largo de los cuatro movimientos de la obra surgen, en términos generales, de estos dos temas. Es por esto que hay que evitar caer en la monotonía y utilizar recursos interpretativos en muchos órdenes. Se requiere de un gran trabajo de planeación, en el que se estructuren muy bien los momentos climáticos, en el que se dosifiquen las dinámicas y en el que se balanceen los temas. Desafortunadamente esto no se logró con eficacia. La orquesta tocó de manera libre, mostrándose desmesurada y en momentos, descontrolada. Con un sonido desbordado llegaron las imprecisiones propias del arrojo. Se echó en falta una estructura lógica de las intensidades y los descuidos rítmicos deslucieron la interpretación por momentos. Rescatamos algunos solos como el del violín que interpretó el tema de Scheherazade con un sonido cálido y airoso, contrastando efectivamente con el resto de la propuesta interpretativa.