El concierto se abrió con siete de las diez piezas del Llibre Vermell de Montserrat, una de las joyas del patrimonio medieval catalán del siglo XIV, conservada en la Abadía de Montserrat, que no solo refleja la música devocional propia del peregrinaje medieval, sino que también invita a reconsiderar el papel de la tradición como recuerdo colectivo y raíz cultural viva. Las piezas seleccionadas, como la solemne “O Virgo splendens”, la vital “Stella splendens” y la danzable “Polorum regina”, ofrecieron un recorrido emocionante con un fraseo estilizado y bastante legado, con dinámicas muy mesuradas por la diversidad estilística y espiritual de este cancionero. Estas piezas, enriquecidas por el sonido de varias violas (incluida la viola da gamba), un órgano portátil, tambores y campanillas, están concebidas para ser interpretadas en grupo y acompañar a los peregrinos en danzas rituales, y resonaron con autenticidad en criterios de afinación y tono melifluo gracias a una interpretación que transmitió esa ataraxia típicamente asociada a este repertorio.

El Locus Desesperatus Ensemble, con instrumentos de época y criterios de interpretación históricamente informados, logró una ejecución equilibrada y bien articulada que superó las expectativas, gracias a una preparación minuciosa y una gran sensibilidad musical. Lejos de caer en un historicismo rígido, el conjunto supo encontrar la expresividad necesaria para conectar con el público contemporáneo. En el apartado vocal, cabe aplaudir la afinación precisa y la conjunción impecable del cuarteto vocal, solo alterada por algún retraso puntual que Carles Prat, como director y miembro activo desde la cuerda de tenor, recondujo con discreción.
Entre los solistas vocales destacó la expresividad y la belleza vocal de Laia Prat Gibert, especialmente evocadora en la interpretación del Cant de la Sibil·la. Asimismo, el canto responsorial de Assumpta Cumí, Carles Prat y Tomàs Maxé brilló por su depuración del vibrato y un uso preciso de los resonadores craneales, que dotaron al canto de un carácter etéreo, casi intemporal, que cautivó al público. El Cant de la Sibil·la, que combina la tradición litúrgica con el misterio y la profecía, constituyó el punto álgido de la velada y, recordemos, forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad según la UNESCO.
En este sentido, es digno de elogio el esfuerzo de Joventuts Musicals de Sabadell y el apoyo del Teatre Principal al programar un evento de este nivel. La introducción previa, que contextualizó el simbolismo y la tradición del Cant de la Sibil·la, fue un añadido muy enriquecedor, particularmente ante la ausencia de unas notas al programa de mano. Algo que se entiende ante el ajustadísimo presupuesto de entidades como las secciones de Juventudes Musicales locales. En conjunto, esta iniciativa no solo pone en valor el patrimonio medieval catalán, sino que también invita a reflexionar sobre su lugar en nuestro presente.