El brasileño Heitor Villa-Lobos no alcanzó a presenciar el estreno de esta singular ópera, y única a él debida, por primera vez representada en 1971 en Nuevo México (USA). La composición sigue al pie de la letra la magistral obra de Federico García Lorca, lo que se traduce en un estilo de canto casi declamado al ser en prosa, de gran dificultad técnica y exigencia a los cantantes. Esta ocasión representa, aparte del estreno absoluto en Europa, una nueva edición crítica revisada, lo que unido a su coproducción hispaño-brasileña erigen las cuatro funciones programadas en el Auditorio de Tenerife en un nuevo hito musical. Se une a ello la asistencia al estreno de Mirna Lacambra la Yerma protagonista del estreno absoluto. Bajo la dirección escénica de Paco Azorín, esta tragedia rural supone un canto al deseo frustrado, a la ambición por un mundo mejor y al destino que acecha a la protagonista por fuerzas que la sobrepasan, conforme proclama la dirección artística de esta novedosa producción. El autor abandona en esta ocasión sus habituales inspiraciones folklóricas patrias, obviando asimismo las hispanas, mas no la densidad armónica y orquestal seña de su obra y en ocasiones apabullante, que define un estilo ecléctico, de gran modernidad que acompaña de forma simbiótica la tragedia desarrollada en escena.

Berna Perles (Yerma) © Miguel Barreto | Auditorio de Tenerife
Berna Perles (Yerma)
© Miguel Barreto | Auditorio de Tenerife

Cabe destacar la excelencia en el plano escénico, convirtiendo el escenario en una piscina sobre la que se desarrolla la trama con una recurrente caída de agua proyectada desde lo alto, en una paradoja que parece contestar a la suplicante pregunta de la protagonista: ¿porqué estoy seca? Alegoría de una Yerma marchita y una Tierra agonizante, camino de la desertización. A ello se añadió una dirección de movimientos escénicos atenta a todo detalle, un sobrio y adecuado vestuario y una iluminación protagónica que ensalzó de forma magnífica el drama rural. Todo un acierto en este aspecto digno de amplio recorrido por otros escenarios.

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Berna Perles como Yerma
© Miguel Barreto | Auditorio de Tenerife

En el aspecto vocal, la soprano malagueña Berna Perles como Yerma ofreció una interpretación desgarradora tanto escénica como canora, sin visos de fatiga en la extensa partitura, de agudos bien colocados y total seguridad en el complicado rol con el que cumplió sobradamente. Evitando el histrionismo, dotó a su interpretación de esa dosis de patetismo y amargura que gobiernan la vida de este personaje obsesionado por el ansia frustrada de ser madre, cuestiones que transmitió de forma magistral. El poco agradecido papel de Juan, encarnado por el tenor Alejandro Roy, fue desempeñado de manera correcta, sin mayores complicaciones, pero destacando el carácter abúlico e insensible del indolente marido. Destacó Javier Castañeda en el breve papel de Víctor, con voz poderosa y timbrada; no así tanto la María, de Anna Gomá, irregular en sus intervenciones con un timbre y vibrato un tanto desagradecidos que no empañaron el excelente nivel en general. De entre la nutrida participación de comprimarios, destacó la presencia de la consagrada María José Montiel como Dolores, quien acreditó su trayectoria con sus escasas intervenciones de nivel superlativo. El Coro Titular Ópera de Tenerife-Intermezzo añadió en esta velada, aparte de su ya reconocida excelencia canora, especialmente en las voces femeninas, un trabajado movimiento escénico, a modo de coro griego, dando rostro sin tapujos a las habladurías del desconocido pueblecito de campo donde se desarrolla la acción.

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Berna Perles (Yerma) y Alejandro Roy (Juan)
© Miguel Barreto | Auditorio de Tenerife

La Orquesta Sinfónica de Tenerife, bajo la batuta de Malheiro, aportó su reconocida capacidad para adaptarse a cualquier tipo de repertorio con su habitual buen hacer. Mas, como única laguna del evento, hemos de señalar la anodina dirección musical; el maestro, limitándose a concertar foso y escena, ofreció una versión carente del nervio que precisa esta profusa composición, perdiendo la oportunidad de resaltar sus momentos más trágicos y emotivos. Esto, en cualquier caso, no emborrona una noche de novedades, pasiones y buena música.

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