Le Poème Harmonique transportó al público madrileño en los Teatros del Canal a la Italia del siglo XVII en las tres funciones de su espectáculo Carnaval Barroco. Bajo la dirección de su fundador, el laudista Vincent Dumestre, aunaron diferentes disciplinas artísticas como la música, el mimo, el teatro, o la acrobacia para ofrecer una visión, de hora y media de duración, del ambiente popular que se daría en las calles italianas durante las fiestas previas a la Cuaresma. Un Carnaval Barroco en el que la música se pone al servicio de la escena.
El ensemble francés apostó por no establecer un momento concreto o una trama principal. La representación estuvo dividida en diferentes escenas con pequeñas historias basadas en la práctica de la commedia dell'arte y personajes tipo como los zanni, o sirvientes, que algunos acróbatas y cantantes caracterizaban. El gran dinamismo y continuidad con los que Vincent Dumestre y Cécile Roussat han concebido el espectáculo permitió que una línea argumental no fuese necesaria. Acompañado de danzas italianas (algunas cantadas) de compositores como Fasolo o Maletti, o incluso una versión pasticcio del famoso Lammento della ninfa de Monteverdi, esta vez con texto distinto, el público pudo gozar de un discurso teatral basado en el gesto barroco y las prácticas improvisatorias de la época.
Le Poème consiguió agradar, hacer reír y emocionar a un público de todas las edades. Se escuchaban carcajadas y suspiros de los más pequeños y los que no lo son tanto. Y lo hicieron con una propuesta de la mayor calidad en todos los sentidos. Desde las primeras notas a capella de un canto procesional popular al comienzo del espectáculo, pasando por las chaconas, serenatas, tarantelas, hasta el fin de fiesta, la moresca de Fasolo, Hor cantar più non vogliamo, la música contribuyó a producir sonrisas en el público. Un conjunto formado por ocho instrumentistas y cuatro cantantes interpretó estas piezas sencillas, populares, que acompañaban a cada escena. Posiblemente, si se escuchara la música fuera de este contexto podría resultar cansado, por ejemplo, la chacona de quince minutos que improvisaron, o el extenso, pero magnífico solo que Dumestre interpretó al colachón (instrumento de cuatro cuerdas metálicas, utilizado para el bajo continuo durante el siglo XVII).