En una época de ruptura Shostakovich optó por la evolución. Así lo reflejó en su obra 24 preludios y fugas, op. 87. Esta composición surgió de la impresión que Shostakovich se llevó de la interpretación de su compatriota, Tatiana Nikolayeva, del Clave bien temperado de J. S. Bach en un festival celebrado en Leipzig en 1950, con motivo del bicentenario de la muerte del compositor alemán. Mientras que otros compositores rompían con la tonalidad, Shostakovich decidió crear una obra con su propio lenguaje, compuesta de 24 piezas para piano solo, cada una de ellas en tonalidad mayor o menor siguiendo el orden del círculo de quintas, inspirada en la emblemática obra de Bach. Con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Shostakovich, la pianista Yulianna Avdeeva ha decidido llevar esta obra a diferentes escenarios del mundo. Uno de ellos ha sido el Palau de la Música de Barcelona, donde la intérprete ofreció un programa únicamente integrado por esta obra.
La velada comenzó con la interpretación del primer cuaderno. La seguridad técnica que caracteriza a Avdeeva estuvo presente durante todo el encuentro. Con gesto sobrio pero expresivo, ofreció una lectura de la obra contrastante, valiéndose de los tempi elegidos, el manejo de las dinámicas y el uso de los pedales. La pianista empezó a tocar el Preludio y fuga núm. 1 en do menor, haciendo gala de un pianísimo perfectamente ejecutado. Generó una sensación de sonido envolvente gracias al pedal derecho, con el que conseguía que las notas que ya había tocado siguiesen presentes mientras que atacaba otras. Tras la tranquilidad de la primera pieza vino la vertiginosidad del Preludio y fuga núm. 2 en la menor. La precisión y agilidad requerida para la interpretación de este preludio no hicieron que Avdeeva se inmutase. Deslizaba los dedos por el teclado sin mostrar apenas esfuerzo, generando el perpetuum mobile implícito de la pieza. Los preludios y las fugas continuaron sucediéndose unos a otros, durante el Preludio y la fuga núm. 4, la interprete remarcó los crescendo y los decrescendo, produciendo contrastes sonoros. Algo parecido ocurrió en el Preludio y fuga núm. 6, en si menor, donde dotó de mucha fuerza la primera parte de la pieza a través de los fortísimos, contrarrestándolo con pianísimos delicados posteriormente en la fuga. Para el Preludio y fuga núm. 12, Avdeeva eligió un tempo acelerado para interpretar la fuga, en la que, con sus dedos percutores y veloces, hizo que se tratase de otro pasaje virtuosístico.