Nos guste reconocerlo o no, al público le va la sangre. Y no solo en el deporte, también en la lírica. Miren si no la mediática y conveniente competencia Callas-Tebaldi, exponente de una tradición que puede rastrearse hasta las cantantes Cuzzoni y Bordoni en el siglo XVIII, dos reinas rivales que llegaron a insultarse y tirarse de los pelos sobre las tablas del escenario. La anécdota se recupera ahora con un recital cara a cara entre Vivica Genaux y Ann Hallenberg, arbitrado por la Orquesta Barroca de Sevilla y Diego Fasolis. Aunque las comparaciones son odiosas, en este caso son pertinentes y hasta necesarias. Permítanme elaborarlas y tengan un poco de paciencia. Para saber quién venció en este enfrentamiento de divas, deberán leer hasta el final.
Las reglas del combate vocal se midieron hasta el milímetro, el mismo número de arias y una duración equivalente para cada una de las cantantes, la estadounidense armada de Vivaldi y la sueca, de Handel. Hallenberg comenzó con “Doppo notte” de Ariodante desvelando sus medios y estrategia. Poseedora de una excelente técnica, estuvo cómoda con los adornos, ágil sin mostrarse apresurada, respetando siempre los cimientos de una línea de canto que las florituras nunca llegaron a ocultar. Un soberbio ejercicio de musicalidad bien sentida, acompañada de los discretos bailes de quien sabe que la música se hace para el movimiento.
Frente a la sensibilidad de su oponente, Genaux se decantó por la teatralidad, el artificio y un divismo expansivo. Hubo un torrente de pathos en la calma de “Mentre dormi” y una riada de coloraturas en la agitada “Come in Vano”. Los adornos son su seña de identidad y no los escatimó, disparando sin interrupción equipada con su garganta de repetición. Tras el primer asalto las cartas estaban claras: si Ann enamora, Vivica asombra, y el público quería más de ambas.
Hay que señalar la labor de la Orquesta Barroca de Sevilla que, con apenas 20 músicos, consiguió llenar la inmensa sala del Auditorio Nacional de un sonido vivo, denso y suntuoso. Buenos momentos como los stacatti de “Vedrò con mio diletto” casi consiguieron superar en presencia a las cantantes. En la primera parte, ambas habían mostrado también características similares: buenos agudos y una sólida zona grave, pero una emisión algo corta en el centro. Un asunto que mejoró en la segunda mitad de la velada.