La mayoría de los festivales de música del mundo, aunque ofrezcan conciertos en varios espacios, se desarrollan principalmente en único pueblo o ciudad. No es el caso de Riga–Jurmala. Tal y como se deduce del nombre, este festival –inaugurado el verano pasado– tiene lugar en las dos ciudades, en la capital de Letonia, Riga, y en Jurmala, el destino turístico costero por excelencia. Estos dos maravillosos destinos acogen alrededor de unos veinte conciertos a lo largo de cuatro fines de semana en julio y agosto, lo que lo hace ideal para una escapada de fin de semana. De hecho, los viajeros atraidos por la cultura han descubierto ya su potencial: en su primera edición, el festival recibió 16 000 visitantes de 50 países, un público verdaderamente internacional.
Muchos de los eventos en Riga tienen lugar en la Ópera Nacional de Letonia, sede de las compañías de ópera y de ballet nacionales, mientras que los conciertos de Jurmala se celebran en el Auditorio Dzintari, un espacio semiabierto que impresionó a nuestro crítico el año pasado. “Si fuera pianista,” comentó Roy Westbrook el pasado agosto, “me llevaría la acústica de esta sala conmigo e insistiría en usarla una y otra vez”. Quiza por eso Yuja Wang se mostró tan entusiasmada por tocar Rachmaninov en ese auditorio con la Orquesta Filarmónica de Israel.
La Filarmónica de Israel vuelve este verano, en esta ocasión irán a Riga con su director musical designado Lahav Shani, que está a punto de tomar el relevo del veterano y muy querido Zubin Mehta. Shani ha causado una magnífica impresión como director principal de la Filarmónica de Rotterdam en la que su excelente técnica y disposición a tomar riesgos da dividendos en forma de muy buenas interpretaciones, como La consagración de la primavera que recientemente hicieron en la misma sala en la que Stravinsky estrenó su ballet en París en 1913. En cualquier caso, no habrá Stravinsky en Riga, la Filarmónica de Israel se centrará en el repertorio sinfónico elemental en el que se incluye la Sinfonía núm. 4, de Tchaikovsky, cargada de referencias fatales y el Concierto para orquesta de Bartók, un examen de virtuosismo para cada sección de la orquesta, encargo de Serge Koussevitsky para demostrar la excelencia de su Sinfónica de Boston. En los conciertos en Riga, se unirá a la orquesta el chelista francés Gautier Capuçon con el eterno Concierto para chelo de Dvořák y Sir András Schiff, que interpretará el Concierto 'Emperador' de Beethoven. Schiff también ha optado por Beethoven para las salvas de apertura del festival, un recital solista en el que interpretará las tres últimas sonatas de piano por el 250 aniversario del nacimiento del compositor.
Cada fin de semana gira en torno a una orquesta. La Filarmónica de San Petersburgo también viajará a Riga, llevan dos programas con los que hacen uso de sus mejores cualidades. Desde 1938, la orquesta sinfónica rusa más antigua ha tenido solo dos directores –Evgeny Mravinsky (1938-88) y Yuri Temirkanov– así que ha mantenido su sonido único incluso aunque los metales no sean tan ásperos como durante el apogeo soviético ni el viento metal tan áspero. Scheherazade, la suite de Rimsky-Korsakov sobre las Las mil y una noches, y las Danzas sinfónicas de Rachmaninov ofrece a la orquesta la oportunidad de deleitar con deslumbrantes colores, ambas, grandes apuestas de Temirkanov. Dos conciertos de Tchaikovsky asoman en los programas de la Filarmónica de San Petersburgo: Behzod Abduraimov ofrecerá el Primer concierto (considerado intocable por su dedicatario Nikolai Rubinstein) y el joven violinista sueco Daniel Lozakovich que tocará el Concierto de violín. De este fin de semana en Riga destaca también un recital de mediodía con el pianista americano George Li, medalla de plata del Concurso Internacional Tchaikovsky en 2015. En Riga no interpretará Tchaikovsky, sino un programa europeo de Schubert y Schumann en el auditorio del Great Guild.