El programa circuló en torno a obras contemporáneas de ambos lados del Atlántico, todas ellas conectadas de las inspiraciones folclóricas y combinadas con texturas vanguardistas. El estreno absoluto de Concierto para piano núm. 2 “…de los lienzos olvidados”, de Ramón Paus, con el director invitado Iván López Reynoso en la formación extremeña y Eduardo Fernández al piano, resultó extraordinariamente portentoso. La obra se mueve en un prisma de colores cambiantes dispuestos en tres movimientos clásicos, cada uno conformado por pequeñas secciones de texturas delicadas y de carácter impresionista.
Evanescente hilvana preciosas melodías ante un paisaje por descubrir y, en consonancia, Fernández mostró cada frase con impetuosidad sostenida. Las cuerdas se unían sutiles para proyectar un tono claroscuro y posteriormente afianzarse en un dialecto entre solista y orquesta. Contrariamente, anegados de luz en Giverny establecía una necesidad de velocidad, conllevando a que el pianista madrileño remarcara con ataques fulminantes y dinámicos las escalas. Un nuevo cambio de registro es alcanzado por la clarividente dirección de López Reynoso al asentar unas amables cuerdas con el apoyo armónico de los vientos, llegando a momentos repletos de exaltación. El tercer movimiento, Sur, recoge las impregnaciones del primer movimiento, pero con melancolía. Esta recapitulación contrapone la profundidad de los silencios y fraseos extraordinarios del pianista a escalas vertiginosas en las diferentes secciones tímbricas para concluir.
Tras el magnífico estreno, la segunda parte del concierto discurrió a través del control en cada sección del conjunto. Redes, suite de Revueltas fue un balance perfecto de cada potente escena extramusical. La vitalidad de los pescadores fue conseguida por el ímpetu del director mexicano, al potenciar las dinámicas de las ricas melodías populares y ritmos desenfrenados en vientos y percusión. Unos vientos metales modulados sin apresuramiento en los dos últimos fragmentos, forjaron un carácter desafiante de la segunda parte. El protagonismo de los vientos y el reforzado ostinati de las cuerdas vislumbraban la agitada lucha de los pescadores, mientras que el sollozo por el “regreso con su compañero muerto” fue asentado sobresalientemente, al resonar unos geniales vibratos y notables acentos en las síncopas de las cuerdas graves.