La Orquesta Sinfónica del Estado de México realizó una de sus ocasionales presentaciones en la Ciudad de México, en el Centro Nacional de las Artes. El director Rodrigo Macías explicó que dado que la OSEM está realizando un ciclo Bruckner (una sinfonía por temporada: la Cuarta esta temporada), consideraron importante presentarla en la capital. La violinista azerbaiyana Nana Babayeva acompañó a la orquesta en el Concierto para violín de Stravinsky.
El Concierto para violín de Stravinsky es una obra neoclásica que representa un paso atrás respecto al fogoso estilo vanguardista de la anterior Consagración de la primavera, pero no por ello es sencilla. Babayeva navegó hábilmente por las agitadas aguas del concierto y, aunque la seca acústica del teatro absorbió parte del sonido, el vibrante acompañamiento de la orquesta estuvo bien empastado. Babayeva interpretó con aparante facilidad la Toccata y las dos arias, mostrando un gran virtuosismo en el Capriccio. Una obra breve y desenfadada que preparó el escenario para la densa Cuarta de Bruckner.
Subtitulada "Romántica", la Cuarta de Bruckner es la más popular e interpretada de sus sinfonías. Convencional en la forma, pero aventurera en la armonía, la música de Bruckner se ha descrito a menudo como arquitectónica debido a su abstracción y forma discreta, casi modular (el polo opuesto de Brahms y su enfoque en el arte de la transición). La OSEM interpretó la segunda versión de la sinfonía (1878-80); Bruckner era conocido por revisar sus obras mucho después de terminarlas, y la Cuarta no es una excepción. Macías eligió un tempo bastante rápido para el primer movimiento y, aunque a veces la música parecía un poco precipitada, la orquesta nunca perdió el ritmo, tocando todos los polirritmos entrelazados de forma sincronizada. Los clímax característicos de Bruckner se hincharon y crecieron, alcanzando el fortissimo en los momentos adecuados. La coda del movimiento, un brillante entrelazamiento de los temas del movimiento que culmina con una peroración del motivo inicial, galopó a un ritmo en el que los rápidos ostinati de los metales tartamudeaban ligeramente, pero el efecto de cierre seguía siendo fuerte.