Del shock de la primavera pasada pasamos a la incertidumbre del verano que se ha alargado hasta bien entrado el otoño. En Europa, tras un tímido arranque, la mayoría de los países están en el punto de partida, mientras que en España, las 34 orquestas profesionales arrancaron en septiembre con temporadas y auditorios adaptados a las normas sanitarias, al igual que los teatros de ópera más importantes del país están llevando a cabo sus producciones con éxito. Hemos querido indagar sobre qué ha hecho posible esta diferencia, especialmente relevante si la comparamos, sin ir muy lejos, con el resto de países de Europa, y para ello hemos conversado con los responsables de algunas de las orquestas y teatros más importantes.
Tal y como ya sabemos, el shock inicial de parar toda actividad no esencial y encerrarnos en casa fue duro. Valentí Oviedo, director general del Gran Teatre del Liceu, comenta que lo vivieron con especial dificultad porque les pilló a dos días del esperado estreno de la producción de Katharina Wagner de Lohengrin. Sin embargo, todas las organizaciones se pusieron a trabajar para que en el momento en el que se levantase el confinamiento, poder reanudar la actividad. Nathaly Ossa, coordinadora de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas -AEOS-, señala estos tres aspectos como motor del retorno a la actividad concertística: el soporte económico (las orquestas profesionales españolas tienen financiación pública) que se ha mantenido todo este tiempo, las autoridades sanitarias han permitido la apertura de teatros y auditorios (cuando en otros países no), y la proactividad de los gerentes y músicos de las orquestas. Andrés Lacasa, gerente de la Orquesta Sinfónica de Galicia, también destaca el hecho de que se mantuviera el soporte económico y administrativo como aspectos determinantes a la hora de ponerse en marcha. Félix Palomero, gerente de la Orquesta y Coro Nacionales de España, explica que el Ministerio de Cultura, a través del INAEM, publicó una guía para el retorno a la actividad en el entorno de las artes escénicas y de la música, así que ha habido una actuación casi comunitaria para retornar a la actividad en este ámbito y, aunque en cada comunidad autónoma la normativa es distinta, en ningún lugar se ha prohibido.
Así pues, durante todo el periodo de confinamiento, los equipos directivos de las orquestas trabajaron con el objetivo de subir las orquestas a los escenarios tan pronto como fuera posible: se reunieron, estudiaron las medidas, se informaron con otros países sobre soluciones a posibles problemas. Cada orquesta, a su vez, debía aplicar la normativa sanitaria correspondiente a su comunidad autónoma. Cuando se levantó el confinamiento el 21 junio, las 34 orquestas tenían los protocolos de sanidad listos y retomaron su actividad. La Orquesta Nacional tocó los días 12 y 14 de julio en el Festival de Granada, que se celebró parte online, parte con público entre el 25 de junio y el 26 de julio, y la Sinfónica de Galicia tocó los días 23 y 25 de julio. La Nacional también participó en el Festival de Santander los días 29 y 30 de agosto.
No hay que olvidar, y en esto están todos de acuerdo, que la actitud positiva de unos músicos muy motivados también ha espoleado la vuelta a los escenarios. En línea con esto, Palomero aporta una reflexión muy interesante sobre las orquestas españolas. Algunas tienen una larga tradición (ONE, 1937; Bilbao,1920; Sinfónica de Madrid, 1903; Barcelona, 1944). Pero la mayoría se formaron en los años ochenta y especialmente en los noventa (la Sinfónica de Galicia es de 1992) y desde sus comienzos, la actividad pedagógica de estas orquestas ha sido muy importante y han asumido un papel social relevante, conforman un movimiento orquestal moderno y dinámico que desde sus inicios ha estado muy ligado a la sociedad.
Aforos y normas sanitarias
Todos los auditorios y teatros están trabajando siguiendo los protocolos sanitarios que marca su comunidad autónoma y que incluyen el uso de mascarillas, mantener distancia entre personas en todo momento, higiene de manos y superficies, etc. Al mismo tiempo, esto no es nuevo, hay que reducir el número de personas que coinciden en un espacio cerrado y mantener separación entre ellas o entre grupos de convivencia. Aquí las dificultades se multiplican, entre otras cosas porque puedes encontrarte con un tope de público distinto de una semana para la siguiente, lo que repercute en la cantidad de entradas que se ponen a la venta. En el Auditorio de Tenerife se ha mantenido desde junio el mismo porcentaje del 25%, por ejemplo, que representan unas 400 butacas (varía según se distribuyan los grupos) de las 1600. El Liceu tiene permiso para un 75% pero están funcionando con un 50% del aforo, para su director general, tan importante es que haya seguridad, como que la gente se sienta segura; en Madrid el aforo es del 75% y, por ejemplo, la Orquesta de RTVE, dadas las características de la planta y accesos de su teatro, están poniendo a disposición de su público un 38% de las butacas.
La cuestión del número de personas que puede haber en un espacio cerrado, así como la distancia social y el uso de las mascarillas también rige en los escenarios, los ensayos y los espacios internos de teatros y auditorios. En el Liceu hacen tests de covid-19 constantemente para poder actuar rápidamente ante un caso positivo. En la Orquesta Nacional han optado por mantener 2 metros entre músicos, manejándose con esta distancia no es necesario imponer cuarentena ante un caso de contagio a las personas que han compartido espacio. En la Orquesta Sinfónica de Tenerife mantienen un metro y medio entre los músicos a excepción de los instrumentos de cuerda y viento para los que se ha establecido dos metros de separación. Con estas premisas se plantea el siguiente problema: quién y cuántos caben en el escenario y qué se puede tocar.
Proyecto artístico
Ha habido que diseñar y preparar una nueva programación en una gran parte, y lo que manda en las nuevas programaciones es la plantilla instrumental que se puede tener en el escenario, este hecho quizá merme la calidad artística de los programas, quiero pensar que no, y como dice Oviedo, es momento de ser creativos. Es una buena oportunidad para ofrecer obras y formatos distintos a los habituales y abrir más el abanico de posibilidades que ofrece el repertorio orquestal. Además hay que disponer soluciones ante las constantes cancelaciones de solistas, normalmente por restricciones de viaje o por necesidad de cuarentenas. La Orquesta Nacional, que ha podido mantener su programación del primer trimestre dedicada a Beethoven, ha mantenido un 35% de los artistas con los que habían acordado conciertos y también ha mantenido todos los compromisos con los encargos a compositores. Están programando con la intención de preservar el espíritu que articula su proyecto artístico.