Barcelona es uno de los destinos turísticos más populares en Europa, por muchas razones. Ofrece una arquitectura incomparable, museos de primera clase, buena gastronomía, estupendas playas y gran vida nocturna. Casi nadie viene a escuchar música clásica.
“Eso es lo que queremos cambiar,” dice Víctor Medem. “Muchos visitantes vienen porque es una atractiva ciudad cultural, nos parecía lógico añadir una oferta musical”.
Medem es el director de Barcelona Obertura, una iniciativa que reúne a las instituciones más prominentes de música clásica de la ciudad, las cuales no han interactuado mucho anteriormente en lo que a sus programas se refiere. La organización ha cambiado esto, el ejemplo más notable es la creación del Obertura Spring Festival que debuta el próximo mes de marzo. Durante dos semanas, estrellas como Leif Ove Andsnes, Diana Damrau y Valery Gergiev llenarán los auditorios de Barcelona con alguna de la mejor música del mundo. Un programa paralelo de 40 conciertos gratuitos presentará al público jóvenes intérpretes llenos de talento en espacios poco habituales como galerías de arte, viejas fábricas e incluso una cárcel.
“Si funciona, todo el mundo sabrá que marzo es un magnífico momento para venir a Barcelona,” dice Medem. “Y los habitantes de Barcelona verán que la música clásica puede ser un motor para la ciudad.”
Se mire por donde se mire, Barcelona es un magnífico lugar para escuchar música clásica. La ciudad ostenta tres grandes auditorios que en la temporada que empieza presentarán a superestrellas como Sir András Schiff, Cecilia Bartoli, Mitsuko Uchida y Joshua Bell. El cartel de directores también es estelar, con Thomas Hengelbrock, Vasily Petrenko, Pinchas Steinberg y Yuri Temirkanov encabezando una larga e impresionante lista. Los amantes de la ópera pueden ver I Puritani, Káťa Kabanová, Madama Butterfly, Les pêcheurs de perles y entre otros títulos.
Los auditorios merecen una visita por sí mismos, en especial el espectacular Palau de la Música Catalana, una de las joyas del Art Nouveau catalán y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El Liceu es uno de los teatros de ópera más importantes y grandes de Europa (2300 butacas), que lleva en funcionamiento desde 1847. La Orquesta Sinfónica de Barcelona tiene su sede en l’Auditori, un elegante y funcional edificio con una acústica impresionante y tres salas más pequeñas para música de cámara, contemporánea y conciertos de estudiantes.
Tampoco le falta tradición a Barcelona. Pablo Casals, Alban Berg y Arnold Schonberg vivieron durante periodos muy productivos en ella, y Richard Strauss vino muchas veces a dirigir. José Carreras es de Barcelona, y Jordi Savall y el Cuarteto Casals han hecho de ella su hogar. ¿A qué se debe esa falta de prominencia?
Medem cree que el problema viene de la época de la Guerra Civil. “Después de que Franco ganara en 1939, mucha gente tuvo que exiliarse - especialmente los artistas” comenta. “Así que tuvimos 40 años de silencio. Había algo de actividad musical, pero no como antes de la guerra.”
Posteriormente, la música clásica en Barcelona se ha visto dificultada por una especie de punto muerto cultural. “Tenemos tres grandes instituciones, pero todas están compitiendo por el mismo público”, dice Medem. Puedes sobrevivir haciendo eso localmente, pero nunca vas a atraer al público internacional”.
Medem, que ha trabajado como gestor de artistas y promotor en Barcelona durante 10 años, comenzó a barruntar la idea de un festival que combinase los recursos de las tres salas hace dos años. “Todo el mundo confía en mí, pero tenía que ser muy diplomático,” comenta, “tienes que ser muy cuidadoso para que nadie crea que una parte supera a la otra, o que un espacio se está beneficiando más que otro. No es fácil cambiar esa dinámica.”