Bailar es un acto de valiente rebeldía que se torna necesidad en aquellos que la libertad corre por sus arterias. Luego viene la academia, los estilos y un infinito etcétera que transforman en arte, y negocio, el movimiento. Cuando hablamos de danza o vamos a algo más específico y decimos: ballet, los tutús florecen y sólo pensamos en princesas escuálidas muriendo de amor a primera vista. Sin embargo, bailar abarca un espectro amplio y si queremos provocar, descolocar y hacer pensar, el abanico de posibilidades se multiplica por un factor enorme.
Durante estos días la Compañía Nacional de Danza sube al escenario una creación de Jérôme Bel que provoca y hace pensar. Con The show must go on, la agrupación dirigida por José Carlos Martínez amplía sus horizontes y experimenta con el espectador. No niego que al inicio el desconcierto se apoderó de quien estas líneas escribe. Pocas veces un escenario vacío y música que parece sacada de una lista de Spotify para los momentos en que corres, llenan los primeros largos minutos de un espectáculo. Mas, a poco, el espectador de mente abierta se percata de su protagonismo y empieza a participar a la par que a disfrutar. Mientras tanto, en escena, un grupo de personas diversas siguen una coreografía ajustada a las posibilidades de los no-profesionales que, como haría Isadora Duncan, se mueven con la música. El espectáculo resultante es, cuanto menos, retador. Número tras número el experimento se vuelve evidencia y uno a uno los asistentes entienden que están frente a algo diferente. Quizá sea necesario recordar que una pequeña preparación es recomendable cuando asistimos a un evento cultural. No vayamos buscando una noche de virtuosismo y grandes divas, a The show must go on hay que ir desprovisto de prejuicios y dispuesto a responder a la provocación permanente. Allí encontraremos una creación al más puro estilo Bel en la que prima ese naturalismo brutal, típico de Nueva York, que algunos califican como anti-academia y hasta anti-sistema, quizá evitando usar un adjetivo más apropiado.