Asistir a una noche con el Nederlands Dans Theater es ascender al cielo, es tocar la cúspide. La selección exquisita de su repertorio junto a la extraordinaria calidad de sus bailarines hacen del binomio una de las agrupaciones danzarías mejores del mundo. Sin embargo, hasta el Sol tiene manchas y no por ello abandona su condición de astro rey. El NDT nos trae al Teatro Real de Madrid un programa de dos actos cuyo hilo conductor es el amor, la relación entre dos, tres y más. Pero justamente esperábamos más y vayamos por partes. Con música de Beethoven el telón sube para dejarnos ver Sehnsucht, una creación de Sol León y Paul Lightfoot que derrocha técnica escenográfica para crear un espacio íntimo en la inmensidad del escenario del Real. Ella de por aquí y él de más allá se juntan para un viaje en busca de la sincronía. Pero es la noche del estreno y no conectan, la enormidad de Beethoven no tiene contrapeso en la expresión corporal, perfecta, pero vacía como una estatua griega. Por momentos un destello en forma de frase coreográfica nos deslumbra, mas se queda en minuto que no progresa. Hay materia, hay recursos, por haber, hay de todo, pero el crisol no brilla, la reacción no se completa, me deja frío. Entonces viene el descanso, la reflexión sobre lo que se ha visto. La pregunta que se vuelve esperanza. Mientras tanto, el escenario no se vacía, algún bailarín guarda el reino, y esto nos motiva la espera. El público, algo desconcertado, entra y sale, aplaude y comenta, espera y respira. Como segundo en la cena se nos ofrece Schmetterling y el cambio es radical… antes se explotaba la intimidad y ahora se exterioriza el sentimiento.