Bajo un árbol de cerezo estampado en el horizonte, el sonido agitado y vigoroso de la orquesta surge para anunciar la tragedia de Madama Butterfly. Con un inicio espléndido y preciso de la Fusión Filarmónica Juvenil, bajo la batuta de Rodolfo Fischer, se tendió el camino sobre el cual volaría la voz de la soprano griega Alexia Voulgaridou expresando el amor, el desengaño y la desolación a los que sería conducida por Pinkerton, cuya voz contundente fue la del tenor colombiano César Gutiérrez. La música expresiva y exótica de Puccini envolvió el auditorio del Teatro Mayor y transportó al público hasta Nagasaki.
Durante el primer acto, Cio-Cio San, de 15 años, conoce a Pinkerton por intermedio de Goro, el casamentero, y del cónsul norteamericano Sharpless. Actos de conquista y seducción entre los futuros esposos, discusiones entre la familia de Butterfly y el asomo de las intenciones reales de Pinkerton de abandonar a la joven después de desposarla permiten entrever el destino que le espera. La música se mueve en constante alusión a melodías japonesas y norteamericanas que se entrelazan para apoyar los diálogos y las emociones de manera literal, subrayando las palabras y llenándolas de emoción y significado.
La voz de Voulgaridou se escucha por primera vez envuelta por un coro femenino de voces ligeras y dulces que personifica la familia de Butterfly. El timbre y el carácter de la protagonista se destaca entre ellas por su energía que, en este primer acto, parece inquebrantable. Hay que decir que la propuesta vocal de la soprano griega es la de una Butterfly que se va transformando, como auténtica mariposa, entre un acto y otro. Su interpretación inicia con contundencia y fuerza, desplegando su voz con una fluidez impecable, ni tan ligera ni tan dulce, sino llena de carácter y seguridad que vuela sobre la fuerza de la orquesta y brilla constantemente. Su registro medio es potente e intenso, casi rasgado, frecuentado en las dinámicas de mayor intensidad. Su actuación, acorde al carácter inocente y enamoradizo, es de gestos moderados y sobrios, pero seguros y confiados. La ejecución pura, inocente y pulcra confiere realismo a su personaje y teje un vínculo con el público desde las primeras intervenciones. Pero es con el dúo "Viene la sera", entre Butterfly y Pinkerton, cuando se consuma el amor entre los dos y Voulgaridou conquista, irreversiblemente, el corazón de la audiencia. Por su parte, Pinkerton, personificado por Gutiérrez, refleja acertadamente el carácter arrogante y engreído del personaje. Su voz, brillante y resonante, con intervenciones vocales muy marcadas y acentuadas definieron esa personalidad. Los dúos con Sharpless –el barítono uruguayo Marcelo Guzzo– fueron expresivos y llenos de carácter, aunque en algunas ocasiones la orquesta se impuso sobre las voces.