En el penúltimo concierto de la temporada 2023, la Orquesta Filarmónica de la UNAM bajo la dirección de Enrique Diemecke interpretó Ángeles de llama y hielo de Ana Lara y la Quinta sinfonía de Gustav Mahler. Dividida en cuatro movimientos –Ángel de tinieblas, Ángel del alba, Ángel de luz y Ángel del ocaso– la obra de Lara se inspira en cuatro poemas del poeta mexicano Francisco Serrano (n. 1949). El primer movimiento es en gran parte tímbrico, con poco movimiento armónico (o incluso melódico): el contrafagot y la tuba tocaron aquí con destreza para acentuar la textura única de la música. El segundo movimiento es mucho más melódico, y la orquesta mostró una gran atención al detalle para resaltar las figuraciones y ornamentaciones. El tercer y el cuarto movimiento presentan partes de percusión desafiantes e impresionantes (incluyendo percusión fuera del escenario, en el cuarto movimiento), que también se ejecutaron muy bien.
La Quinta sinfonía de Mahler es una de sus obras más populares, y el propio Mahler la revisó pocos meses antes de su muerte, cambiando significativamente la orquestación y las instrucciones de interpretación. Diemecke dirigió sin partitura, lo cual reflejó su profundo conocimiento de la obra. Además, tomó el micrófono para ofrecer unas palabras sobre la sinfonía y su historia, lo cual fue apreciado.
El primer movimiento, una solemne pero apasionada marcha fúnebre, contó con el trompetista James Ready tocando el infame motivo de tresillos que impregna el movimiento: el nivel de interpretación fue excelente durante todo el movimiento. Los tempi fueron lentos, pero con el tambor siempre presente acentuando el ritmo de la marcha y el rubato de las melodías en clave menor, la lentitud no restó fuerza al efecto. El control dinámico y la articulación fueron precisos, coherentes y unificados. El segundo movimiento, marcado Stürmisch bewegt, mit größter Vehemenz (Tormentosamente conmovido, con la mayor vehemencia), se ejecutó a un nivel igualmente alto, pero aquí los tempi lentos restaron algo de emoción. Sin embargo, las desafiantes partes de metales y la amplia gama de golpes de platillos suaves y fuertes condujeron a un clímax espeluznante. Diemecke y la orquesta demostraron gran afinidad mutua, ya que el sentido arquitectónico de la música nunca se perdió a pesar de los rápidos y frecuentes cambios de volumen y tempo.