Los conciertos del Cuarteto Latinoamericano tienen la mágica fortuna de ser una ventana a un laboratorio que estudia y reflexiona en torno a la música latinoamericana. En esta oportunidad, el Cuarteto nos mostró el universo sonoro de una de las figuras latinoamericanas de mayor relevancia en la música del siglo XX, el compositor brasilero Heitor Villa-Lobos. Interpretaron la integral de sus cuartetos de cuerda, diecisiete en total, en cinco conciertos y en tres ciudades del país.
Los Cuartetos de Villa-Lobos son belleza en el caos. Una música que se construye a partir de la interacción entre los maravillosos momentos verticales o lugares de encuentro, y aquellos donde la autonomía melódica y rítmica en cada instrumento asombra, refresca o confunde. Al Latinoamericano le viene bien esta música. La conocen, y es evidente su experiencia en este repertorio. De los cinco conciertos, dos se llevaron a cabo en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo. En el primero de ellos, interpretaron los Cuartetos 9, 17 y 8. Este concierto maravilló por el contundente uso de los contrastes, la articulación de efectos y el interesante manejo dado a los juegos rítmicos y a las abundantes reiteraciones.
El 21 de mayo fue el turno de los Cuartetos núm. 2, 10 y 7. El Latinoamericano ofreció una interpretación nítida, en la que se reconocía con toda claridad la intención y el objetivo tras cada sección de estos cuartetos. No se les escapó un pasaje inmaduro. La maestría del Latinoamericano se expresó, sobre todo, en la propuesta sonora, que se apoyó en el dominio técnico que tienen de sus instrumentos. En los pasajes verticales, el sonido del cuarteto creció con la sincronía y se volvió monumental. Con el interesante acople en el ataque, en la duración, en el peso del arco y, también en la afinación, lograron un sonido robusto y atractivo.