La idea de programar un concierto con el título "Rinaldo, monodrama para un solo cantante" suena ambiciosa y atrevida, especialmente si se tiene en cuenta que el cantante es acompañado únicamente por un violín y un clave. La propuesta, desde el punto de vista musicológico e histórico, es correcta ya que las reducciones camerísticas las realizó el mismo John Walsh, el editor de Handel, cuando esta ópera catapultó al compositor germano a la fama en Londres en 1711. Xavier Sabata, considerado uno de los mejores contratenores del momento, se presentó en el auditorio de la Fundación Albéniz, tras cinco años triunfando en los grandes teatros de Europa, en especial con las óperas de Georg Friedrich Handel. A este concierto, actividad paralela a Alcina, que se está representando estos días en el Teatro Real, se suman numerosas interpretaciones con música de Handel que tendrán lugar en Madrid durante las próximas semanas. Sabata escogió arias de tres personajes de la ópera (Rinaldo, Goffredo y Eustazio) para este monodrama, intercalados con dos sonatas para violín y clave.
Tanto Sabata, como Simos Papanas al violín, comenzaron el concierto con poco diálogo y compenetración entre ellos, a pesar de los esfuerzos del violinista griego. Sabata no demostró esta vez sus dotes teatrales ya que leía de la partitura. De esta manera creó poca conexión con el público, no pudiendo transmitir con gestos los afectos que transmitía vocalmente. El clavecinista Markellos Chryssicos realizó un continuo con mucho sentido retórico, comprendiendo cada intención del cantante. A pesar del rigor y sentido musicológico que tiene este programa, uno debe preguntarse si realmente funciona interpretar estas piezas con una formación tan reducida. Por ejemplo, arias como "Abbrugio, acampo e fremo" o "Or la tromba io son festante" perdieron gran parte de su carácter de fanfarria y trompetería, a pesar de las habilidades técnicas y musicales de Papanas. La famosa aria "Cara sposa, amante cara", la última de la primera parte del concierto, fue interpretada con gran delicadeza, sensibilidad y conciencia de los afectos, tratando muy bien las disonancias. Sin embargo, el contrapunto de las partes de violín y viola (que las tocaba todas Papanos) perdió naturalidad.