A pesar de que la trayectoria del Balthasar Neumann Choir & Ensemble no acumule un racimo de años demasiado amplio (las fundaciones se remontan a 1991 y 1995 respectivamente), su cuidada labor y su innegable impronta en el ámbito de la interpretación historicista le han consolidado como una apuesta segura para los principales programadores de todo el mundo. Muy especialmente si el marco de colaboración surge al socaire del homenaje a Claudio Monteverdi, como evidencia el rótulo del ciclo auspiciado por el Centro Nacional de Difusión Musical: #Monteverdi4.5.0.
Tras el éxito de los conciertos dedicados a Selva morale e spirituale (también de la mano del conjunto alemán, bajo la dirección de Pablo Heras-Casado), Thomas Hengelbrock y sus músicos comparecían en esta ocasión con el propósito de desgranar otra página inagotable del compositor cremonés: Vespro della Beata Vergine, SV 206.
Publicadas en 1610, las Vísperas, con sus trece números y su más de hora y media de duración, constituyen la aportación monteverdiana de mayor relieve dentro del género sacro. Además del carácter imponente encarnado en el reparto coral y orquestal, la envergadura de estas alabanzas marianas viene en buena medida apuntalada por la prodigiosa combinación de recursos propios tanto de la prima prattica como de la seconda prattica. Así, el virtuosismo de voces, viento y archi convive con pasajes polifónicos de memorable factura armónica, al tiempo que una poderosa monodia, los cromatismos disonantes o la complejidad del contrapunto acumulan protagonismo.
Para hacer frente a semejante desafío, Thomas Hengelbrock y Detlef Bratschke contaron con la participación de 12 solistas: Alicia Amo, Agnes Kovacs, Heike Heilmann y Julla von Landsberg (sopranos); Bernd Oliver Fröhlich y Mirko Ludwig (altos); Hans Jörg Mammel, Hermann Oswald, Jakob Pilgram y Manuel Warwitz (tenores); Thilo Dahlmann y Reinhard Mayr (bajos).
El elenco vocal y el ensemble ejecutaron los compases iniciáticos con firmeza y exactitud (encomiable trabajo de violines por parte de Chouchane Siranossian y Verena Sommer), generando a través de los cuatro primeros números (I. [Deus in adiutorium] / Domine ad adiuvandum; II. Dixit Dominus; III. Nigra sum y IV. Laudate pueri) la atmósfera de recogimiento enérgico que dominaría durante el resto de la exégesis. El gesto de Hengelbrock se mantuvo preciso en cada momento, desde el dibujo de las antífonas y la anticipación de las entradas a la resolución de los motivos cadenciales.