¿Qué es la música en tiempos de guerra?: ¿una respuesta patriótica?, ¿una reivindicación heroica?, ¿una denuncia que resalta la herida?, o ¿una mirada rota que intenta reconstruir un tiempo de paz? En torno a estas preguntas se articulaba el Sinfónico 4 de la Orquesta Nacional de España que contaba con el debut de Joanna Mallwitz al frente y Francesco Piemontesi como solista. Evidenciaban las notas del programa como las obras ejecutadas surgieron en contextos bélicos y de alguna u otra forma nunca pudieron ignorar dicho contexto. Es una manera de reclamar el vínculo de la creación artística con la sociedad y los acontecimientos históricos.
Mallwitz decidió abrir el concierto con la obertura de Guerra y Paz de Prokofiev, un entremés para identificar las sonoridades que llegarían sobre todo en la segunda parte, pero también comprender la forma de dirigir de la directora alemana, con su gesto discreto, libre de efusiones, sus tiempos marcados, su máxima atención a las inflexiones de la partitura. Se sumaba Piemontesi para interpretar el Concierto núm. 5 para piano y orquesta de Beethoven, el más titánico y desafiante de la serie, y justamente este carácter de la obra no pareció entrar del todo en las cuerdas del pianista suizo. Piemontesi tiene un sonido redondeado, realmente bello, rico de sutilezas, algo que bien pudimos apreciar en un impecable segundo movimiento, pero que llevó a un Allegro inicial más bien desequilibrado, falto de mordiente y energía, con figuras poco afiladas y una tesitura tímbrica aterciopelada, con momentos de demasiado pedal. Mallwitz dirigió con esmero para mantener el vínculo entre solista y orquesta, pero en los momentos exclusivamente orquestales se vio una tendencia sin duda más vigorosa. En el Rondo conclusivo, Piemontesi mostró más arrojo y con una digitación ágil resolvió el movimiento de forma satisfactoria. Sin duda es posible deconstruir los discursos de confrontación entre solista y conjunto orquestal, orientándonos hacia planteamientos más matizados, pero lo cierto es que hay obras como este concierto beethoveniano, cuyo espíritu monumental y majestuoso difícilmente se puede esquivar.